Miguel Angel Moratinos se salió ayer una hora de la prudencia que marca el corsé diplomático y mostró su hartazgo por la campaña de descrédito a la que, a su juicio, le ha sometido el PP. Moratinos hizo el discurso en un desayuno organizado en Madrid y despertó rápidamente a la audiencia, formada en buena parte por embajadores, ministros consejeros y representantes del cuerpo diplomático acreditado en España.

El ministro hizo un encendido balance, para "eliminar algunos de los estereotipos sobre la política exterior" difundidos por una oposición "obsesionada", y el acto adquirió un ritmo mitinero. Moratinos atacó en barrena a los "cerebros grises" y a los "ideólogos de la oposición", a los que responsabilizó de haber creado la "imagen" de que la política exterior del Gobierno tiene "tres grandes errores": "Es rupturista, ha roto el consenso y responde a una política ideologizada". E intentó desmontar esas tres tesis. Empezó por la "ruptura" que supuso la retirada de Irak. "Era muy difícil ser continuista", dijo con sorna. "¿Era rupturista aumentar la ayuda al desarrollo? ¿Era rupturista dar un mayor peso a América Latina? ¿Era rupturista trabajar con Africa?", se preguntó.