La representación de los Mossos d’Esquadra que asistieron al acto de la Patrona de la Guardia Civil en Sant Andreu de la Barca abandonaron la ceremonia «ofendida» y antes de lo previsto, a causa del discurso del jefe de la Benemérita, Pedro Garrido. La del general fue una intervención política y dura contra el independentismo a pocos días de que ambos cuerpos participen conjuntamente en un dispositivo, coordinado por los Mossos, para contener las movilizaciones convocadas en protesta por la sentencia del procés.

El choque llega después de muchos meses de trabajo conjunto entre ambos cuerpos para recobrar la confianza mutua que la tormenta política del 1-O hizo añicos hace ahora dos años. Sin embargo, tanto desde la Guardia Civil como desde los Mossos d’Esquadra, que han hablado después del incidente para aclararlo, se insiste en que este, a pesar del revuelo generado, no alterará «en modo alguno» la «coordinación» entre policías estatales y autonómica. La delegada del Gobierno, Teresa Cunillera, se dirigió ayer tarde al complejo Egara, sede de los Mossos, en un encuentro en el que se encontraba también la cúpula de la conselleria de Interior, para cerciorarse de que, a pesar del roce, los puentes no se han roto.

Garrido hasta la fecha había mostrado un perfil más bajo y moderado, que le había acarreado fama de «blando» contra el independentismo.

La comitiva de los Mossos, encabezada por el comisario jefe, Eduard Sallent, decidió marcharse justo después de los discursos y antes del refrigerio. Las redes sociales habían comenzado a hervir antes porque, en un acto al que asistían los Mossos, el instituto armado había condecorado a la secretaria judicial Montserrat Toro, una funcionaria presente en la conselleria de Economía en el escrache del 20-S, y, a título póstumo, a Juan Antonio Ramírez Sunyer, titular del juzgado número 13 de Barcelona que arrancó la instrucción judicial contra el procés. Aunque la ofensa a los Mossos, según fuentes policiales, no ha sido tanto por el contenido político de las palabras de Garrido -aplaudidas por el director general de la Guardia Civil, Felix Azón- como por una falta de respeto al cuerpo autonómico.

El siguiente fragmento de Garrido fue recibido como una inoportuna alusión implícita al mayor Josep Lluís Trapero y a la intendenta Teresa Laplana, ambos procesados por los hechos del 20-S y del 1-O: «(...) Al margen de cual pueda ser, finalmente, el resultado de esa sentencia que emita el Tribunal Supremo o las que en un futuro puedan emitir otros tribunales sobre hechos relacionados, lo que nos importa a los guardias civiles es que, a la cimentación de esa resolución, hemos contribuido con un trabajo de investigación exhaustivo».

Fuentes próximas a la Guardia Civil consultadas por este diario subrayan que el general Garrido «en ningún caso» ha hecho alusión al resto de causas judiciales dirigiéndose veladamente a Trapero o Laplana sino «a todas». Y que entre estas se encuentran también las que agentes del mismo instituto armado o del Cuerpo Nacional de Policía (CNP) tienen abiertas por las cargas investigadas judicialmente en colegios del referéndum del 1-O.

Garrido señaló que «independentismo y terrorismo no es lo mismo» pero advirtió que el cuerpo «combatirá sin tregua ni pena» a quienes «recorran el camino a la independencia siguiendo la senda del terror». Y añadió que «la pretendida revolución de las sonrisas» se ha convertido en «un rictus» que «disimula odio y mezquindad capaz de generar dolor y sufrimiento», de estar obrando en el buen camino para enfrentarnos a quienes pretendan burlar la constitución para atentar contra la integridad territorial de España».