"Pido al Gobierno español que mantenga sus tropas en Haití". Así de rotundo se expresó el jefe civil de la Misión de Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (Minustah), el chileno Juan Gabriel Valdés, dos días antes de las elecciones que el martes acabarán con dos años de interinidad tras la caída del presidente Jean-Bertrand Aristide. El exministro chileno, que elogió la tarea de los soldados españoles en el norte del país, dijo que "conviene que esta misión sea vista como iberoamericana más que como latinoamericana".

Valdés anunció que viajará a España para hablar con el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el ministro de Defensa, José Bono, para pedirles que mantengan a los 200 infantes de Marina que, con sede en la población costera de Fort Liberté, "han demostrado que pueden mantener el orden en esa zona extraordinariamente complicada". El jefe de la Minustah destacó que la labor de los cascos azules españoles "es de mucho valor", ya que también ha conseguido disminuir notablemente el tráfico de armas y drogas en la costa y la frontera con República Dominicana.

Bono había lamentado en su visita a Haití, el pasado septiembre, la poca ayuda económica que el contingente español había recibido desde su llegada y amenazó con la retirada si no se cumplían los compromisos.

El político chileno alabó la sangre fría de los infantes de Marina que el mes pasado se vieron envueltos en una situación violenta durante el frustrado intento de repatriación de los cadáveres de 25 haitianos que murieron asfixiados en un camión al intentar pasar al país vecino. Los españoles sólo dispararon al aire en medio de una lluvia de pedradas, cócteles molotov y tiros. Dos haitianos murieron por "disparos de otra gente armada", según el coronel Andrés Gacio, jefe del batallón español.

El jefe de la Minustah recordó que España ha contribuido con ayuda económica y participa con la UE en las elecciones. España había mostrado sus deseos de retirar las tropas en cuanto Haití contara con un nuevo presidente, pero Valdés opinó que "la misión de la ONU debería quedarse unos tres años para generar confianza".