Las gestiones de Josep Piqué han surtido efecto. El senador y presidente del PP de Cataluña ha logrado abortar el desembarco de barones populares en la Cámara alta, cuya comisión de autonomías retoma mañana el debate del Estatuto catalán con la presencia de Pasqual Maragall. Días atrás, Piqué convenció al líder del PP, Mariano Rajoy, de que un debate planteado en términos de todos contra Maragall proyectaba una "imagen de confrontación" que sólo podía beneficiar al president.

Hace un mes, el portavoz del PP en el Senado, Pío García-Escudero, anunció que todos los barones populares --siete presidentes autonómicos y los alcaldes de Ceuta y Melilla-- asistirían a la citada comisión para denunciar los supuestos perjuicios que la Carta catalana causará a sus respectivos territorios. García-Escudero incluso instó a los barones del PSOE a hacer lo propio, pero no tuvo respuesta. Unicamente Maragall confirmó desde el principio su asistencia.

SOLO LOS CONSEJEROS Era inevitable que, tras el discurso que Maragall pronunciará mañana en favor del Estatuto catalán, la sesión se transformase en una retahíla de ataques al presidente y, por extensión, al tripartito catalán. Esa es la razón que llevó a Piqué, según declaró ayer a Europa Press, a acordar con la cúpula del PP que sean los consejeros de Presidencia, y no los presidentes autonómicos, quienes mañana respondan a Maragall. Fuentes de la dirección del PP confirmaron ayer la decisión de rebajar el perfil político de sus representantes en el Senado, de modo que será el propio Piqué quien asuma la réplica a Maragall.

Además, ayer se supo que el Gobierno catalán pretende prorrogar durante dos horas el referendo en Cataluña (que, presumiblemente, se votará el próximo 18 de junio) con el objetivo de evitar que el sol y la playa propicien una muy baja participación, especialmente bochornosa para la política catalana.