La población española ha perdido el miedo al sida, después de que los avances científicos de los últimos años hayan permitido evitar la muerte, lo que ha ocasionado que no se adopten las suficientes medidas para frenar el contagio. Así lo ha indicado a EFE en el marco del XIV Congreso Nacional sobre el sida, que se celebra estos días en Zaragoza, Daniel Zulaika, coordinador del plan del sida del Gobierno del País Vasco, quien lleva trabajando más de veinte años en el tratamiento de pacientes infectados por VIH. Después de treinta años desde que apareciera el primer caso de sida en España, la investigación ha permitido "grandes logros", de los que "nos tenemos que sentir orgullos", especialmente si se compara la situación con la de los países de Europa del Este, donde se ha registrado un aumento de los casos de VIH, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En los primeros años de la enfermedad, se pensó que frenar la trasmisión del VIH por vía sexual iba a ser "más fácil" que la realizada a través del consumo de droga, al poder hacerlo con el simple "acto mecánico" de utilizar un preservativo en las relaciones sexuales. Sin embargo, la realidad ha mostrado resultados "muy distintos", ya que la trasmisión del VIH ha sido "más difícil" de lo que se pensó en un primer momento, ya que el 80 por ciento de los nuevos casos se trasmiten por vía sexual, ha reconocido Zulaika. En los últimos años, los nuevos casos de sida se han mantenido estables, en torno a 3.500 cada año, concentrándose en su mayoría en determinados colectivos, en los que se registra un repunte de nuevos contagios. El colectivo homosexual es el más afectado por la aparición de nuevos casos, ya que concentra el 50 por ciento de las infecciones cuando hace quince años representaban tan sólo el 5 por ciento, así como el 80 por ciento de las nuevas sífilis. Los nuevos casos de sida se detectan especialmente en hombres homosexuales de cuarenta años, y no en adolescentes, al no adoptar precauciones en sus relaciones sexuales. "Parece que hemos hecho un camino de ida y vuelta. En la década de los 90 se practicaba el sexo seguro y en cambio, a partir del año 2000 se han abierto las compuertas y el sexo seguro ha saltado por los aires", ha comentado. Sin embargo, ha señalado que este fenómeno "no es nuevo", ya que en salud pública "un paso adelante en tratamiento son dos pasos atrás en prevención". "En el momento en el que desaparece la muerte como motor de cambio de hábitos y la enfermedad pasa a ser crónica, se pierde el miedo a la infección", ha comentado. Durante el congreso, en el que participan estos días unos 600 profesionales, también se han analizado los efectos en la salud psicológica que produce el sida en el paciente, recogidos en un estudio que ha presentado hoy la coordinadora del programa, María José Fuster. Fuster, doctora en Psicología Social, ha explicado a EFE que, una vez que se ha avanzado en la calidad de vida física del paciente en los últimos años, el trabajo debe centrarse también en los trastornos psicológicos del paciente infectado por VIH. El 49 por ciento de los casi 700 enfermos de sida procedentes de distintas ciudades españolas que han participado en este estudio presentan afecciones neurocognitivas, como pérdida de memoria, falta de concentración o poca fluidez del pensamiento, como consecuencia del descenso de las defensas, que se detectan, especialmente, en personas mayores con escasa actividad intelectual. Ante este problema emergente, Fuster, quien ha intervenido en una mesa redonda en el congreso, ha instado a priorizar la intervención psicológica, ya que el sida produce en el paciente "muchos factores de estrés" que repercuten en su calidad de vida.