La policía dispone cada vez de más datos que vinculan a los etarras detenidos el martes en Francia con el atentado de Barajas, según confirmaron ayer fuentes de la lucha antiterrorista. De hecho, el juez Santiago Pedraz, que tramita el sumario abierto en la Audiencia Nacional tras el ataque, solicitó ayer informes a la policía que determinen si uno de los arrestados, Asier Larrinaga, participó en la colocación de la furgoneta bomba en la T-4.

La petición se basa en la posibilidad de que el etarra esté relacionado con la compra del teléfono móvil usado por ETA para informar sobre la colocación de la bomba. De hecho, el teléfono es una de las principales pistas que llevan a la policía a vincular a los arrestados con el atentado en Barajas, ya que fue activado en Amorebieta (Vizcaya), donde la policía había encontrado un zulo con explosivos.

Los agentes sospechan que los etarras huyeron cuando la Ertzaintza descubrió este escondite y planearon el ataque a Barajas en Francia. Pero antes abandonaron parte de los explosivos en Atxondo, a pocos kilómetros de Amorebieta. El coche que apareció abandonado en esta localidad era de Larrinaga. Fuentes de la investigación consideran inexperto a este presunto etarra, dado que, además de tener el coche a su nombre, llevaba su DNI en el momento de la detención.

En cambio, la policía presume que el otro detenido, Garikoitz Etxeberria, que trabajaba a sueldo para la banda, ha participado en varios atentados. De hecho, según algunas fuentes, citadas por Tele 5, el comando que formaban los detenidos junto con Aritz Argintzoniz y Saioa Sánchez, que la policía está buscando, cometió varios atentados en Vizcaya en los meses previos a la tregua, sin causar heridos.

SIN DATOS DEL EXPLOSIVO En cuanto al explosivo de Barajas, el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, explicó que la policía está tardando en saber cuál fue debido a la gran cantidad de agua usada por los bomberos para apagar el fuego. Fuentes de Interior han reconocido que los restos del párking tienen tanta agua que quizá no se llegue a saber nunca.