La porra extensible empleada por el teniente Juan José Rivas, al mando del cuartel de la Guardia Civil de Roquetas de Mar (Almería) en julio del 2005, no fue incluida en la instrucción y desapareció de las instalaciones, según se desveló ayer en la tercera jornada del juicio por la muerte del agricultor Juan Martínez Galdeano. El alférez encargado de la instrucción interna de los hechos reconoció que, al señalar la forense que el fallecimiento era debido a un infarto, se relajaron a la hora de recoger y buscar pruebas.

El agente de la Guardia Civil que se encargó de la inspección ocular del lugar de los hechos y del vehículo del fallecido destacó que los miembros del acuartelamiento facilitaron su labor, pero confesó que se relajaron y no profundizaron en la recogida de pruebas "tras decir la forense que los indicios eran de un infarto".

"Yo, como instructor y después de eso, no voy buscando todo", contestó a la defensa de los agentes imputados. El letrado tachó la expresión de "poco afortunada", aunque recordó que la autopsia confirmó que la muerte se produjo por un infarto "y descartó percepción de homicidio".

El alférez desveló que las imágenes incluidas en el sumario no corresponden al arma usada por el principal encausado contra Galdeano, dado que esta no se les entregó al estar desaparecida, y en su lugar "se fotografió una de parecidas dimensiones". Ante estos hechos, las acusaciones criticaron la investigación judicial, "lo que hace que sospechemos de muchas cosas".

COMUNICADO DE APOYO La Asociación Independiente de la Guardia Civil (ASIGC) defendió ayer la actuación de los nueve agentes porque, según su criterio, emplearon una fuerza "razonada" a la situación. En un comunicado, asegura que no se produjo una actuación conjunta de los nueve agentes, sino que el máximo de intervinientes fueron cuatro o cinco ante una persona de 120 kilos.