Los diputados del PP escuchaban incómodos a la oposición. Poco después, todo cambió. Había llegado Alfonso Alonso, portavoz de los conservadores en el Congreso. Como técnica parlamentaria, su discurso fue eficaz. Sus compañeros aplaudieron, gritaron y golpearon las mesas de la diputación permanente, donde ayer se discutía la comparecencia, reclamada por todos los grupos opositores, del presidente del Gobierno ante las acusaciones de que presuntamente cobró sobresueldos en negro cuando era ministro. Como mensaje hacia fuera, lo que la ciudadanía observó fue a un dirigente del PP que defiende a su líder con el argumento de que todos los partidos, salvo el propio, no son solo corruptos, sino que también, y precisamente por eso, se han sometido a Luis Bárcenas, extesorero del PP. Alonso, representante de las siglas que defendieron a Bárcenas hasta hace solo unos meses, acusó a cada uno de los miembros de la oposición de ser "abogados", "padrinos", "seguidores" e incluso "rehenes" de un "delincuente", un "personaje que ha hecho de la mentira su modo de vida". Por supuesto, el Partido Popular, con su mayoría absoluta, volvió a impedir que Mariano Rajoy diera explicaciones.

SIN CONTROL Los populares están dispuestos a crear una barricada en torno a Mariano Rajoy casi a cualquier precio. No solo vetaron su comparecencia. También, incumpliendo un acuerdo del 2010 que prescribe que cada julio tiene que haber una sesión de control, rechazaron que el presidente se someta este mes a las preguntas de la oposición. Salvo cambios, el jefe del Ejecutivo no contestará en el Congreso hasta septiembre. Y mientras tanto, sus compañeros de partido trazan una raya. A un lado, el PP. Al otro, el resto de partidos junto a Bárcenas. Alonso sostuvo que lo que estaba sucediendo en la Cámara era lo que su extesorero quería que pasara cuando filtró los papeles, y que los diputados que no eran del PP, al pedir una rendición de cuentas, se comportaban como simples marionetas suyas.

El conservador cargó contra todos, salvo CiU y PNV. Contra el PSOE, por los ERE de Andalucía. Contra IU, por sus finanzas. Contra UPD, por el pasado de su líder, Rosa Díez, que fue dirigente socialista. Contra Amaiur, por hablar de "financiación ilegal" cuando lo suyo era una "financiación criminal". Y contra el portavoz de ERC, Alfred Bosch, por decir que no es un "patriota español" pero cobrar de "todos los españoles".

GANAR TIEMPO "Esto marca un antes y un después", señalaron fuentes del PSOE. El principal partido de la oposición abandonó el martes la negociación sobre la ley de transparencia, en protesta al silencio de Rajoy sobre Bárcenas. Aún no han decidido si finalmente apoyará la norma, pero ahora mismo apuesta por apearse definitivamente. En principio, no votará a favor.

Estaba anunciado que interviniese la portavoz parlamentaria del PSOE, Soraya Rodríguez, pero al final lo hizo el secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba. A diferencia de otras ocasiones, fue directo y contundente. Reiteró su petición de dimisión de Rajoy porque ha perdido "su autonomía política", acusó al PP de "amedrentar a jueces, fiscales y policías", señaló que lo ocurrido ayer sería impensable en otros países y sostuvo que los conservadores, al proteger a Rajoy y ganar tiempo, solo estaban "empeorando las cosas". El resto de discursos fueron en la misma línea. Por una vez, hubo unanimidad en el frente opositor.

Pero Alonso se mantuvo en su sitio. "A que duele? ¿A que duele? Sin embargo, para ustedes es muy fácil arrearle al PP", dijo el dirigente popular, que aseguró que su partido defiende "la actuación de los jueces". A su lado estaba Rafael Hernando, que llamó "pijo ácrata" a Santiago Pedraz, magistrado de la Audiencia Nacional, cuando no le gustó uno de sus autos.