El rechazo que la subida de impuestos ha cosechado en organizaciones sociales, económicas y partidos políticos no parece haber sorprendido al PSOE, que ayer reaccionó pidiendo valor a sus militantes para defenderla en todos los foros. No es fácil que los ciudadanos acepten de buen grado un aumento fiscal que afecta a todas las capas de la población y menos, cuando se había aireado que los paganos iban a ser los más ricos. Consciente de ello, el número dos del partido del Gobierno, José Blanco, advirtió ayer a los suyos de que "es el momento de los valientes y no de los cobardes" y de "hablar claro a los ciudadanos".

Como si los discursos de Blanco y Leire Pajín fueran dos caras de la misma moneda, la secretaria de Organización del PSOE emplazó a los afiliados a "no acobardarse" ante "los tiempos difíciles" y salir a la calle "con la cabeza bien alta" para defender las razones del Ejecutivo. Los socialistas deben, según Pajín, "mirar a los ojos" de los trabajadores y de los parados para decirles que no los van "a dejar en la cuneta".

Ni Blanco ni Pajín, que participaban en Madrid en la conferencia de organizaciones sectoriales del PSOE, se apartaron un ápice del guión marcado por Zapatero en los últimos días. La subida de impuestos es una "decisión valiente" destinada a mantener "los gastos sociales y la inversión productiva", según el vicesecretario general del PSOE, que insistió en la tesis de que se suben los tributos "a quienes más tienen" para "redistribuir la riqueza".

En el argumentario socialista no faltará, por lo visto ayer, el miedo a la derecha. Si gobernara el PP, los únicos que saldrían de la crisis serían "los que la montaron" y quienes "se beneficiaron de la burbuja inmobiliaria", sentenció Blanco. Tampoco faltará la correspondiente alusión a la corrupción que llama a la puerta de sus principales rivales. "Los impuestos no van a ninguna caja B, que es lo que está de moda en el PP", dijo el dirigente socialista.