El líder del PP y su equipo son moderadamente optimistas con el resultado del debate monográfico sobre la crisis que, el miércoles, se celebró en el Congreso. Según su análisis, el discurso de Mariano Rajoy ha servido para que cuaje en la opinión pública que el presidente del Gobierno carece de "credibilidad" en España y fuera de ella y que, además, sus políticas "no sirven" para frenar el paro.

No obstante, a los conservadores les preocupa que se "exageren" las reticencias de su jefe a favorecer un pacto de Estado en materia económica y que, con ello, vuelva para quedarse la cantinela del "Rajoy se queda solo" mientras los demás forman una alianza. Por eso, ayer hubo matización del propio Rajoy: anunció en rueda de prensa que su partido estará, como el resto de la oposición, en la mesa negociadora que quiere impulsar el Gobierno, pese a que continuó demonizando a los socialistas y su interés en buscar un acuerdo. "El PP va a ir donde se le llame. Pero lo primero que exigiremos al Gobierno es que presente un programa de lo que quieren, no sea que vayamos a ir el resto de los grupos a decirle lo que tiene que hacer", apuntó Rajoy.

CUESTION DE FORMAS Rajoy, que visitó ayer la localidad madrileña de Las Rozas acompañado por Esperanza Aguirre, tampoco perdió ocasión de transmitir su escepticismo sobre los resultados que, en un par de meses, pueda haber obtenido la comisión ministerial recién creada por el Ejecutivo, cuyo fin es coordinar con el resto de grupos una propuesta frente a la crisis.

Sin embargo, Rajoy evitó esta vez hacer tanto hincapié en sus condiciones previas para alcanzar cualquier pacto, limitándose a reclamar, de forma genérica, una "rectificación". Con este gesto, trató de limar la dureza con la que, apenas 24 horas antes en el Parlamento, él mismo había echado el cerrojo ante cualquier acuerdo. "No nos hemos equivocado en el fondo del discurso, para nada, pero podemos seguir diciendo lo mismo sin tener que rechazar nada tajantemente", señalaba ayer un dirigente popular. Esa idea quedó reflejada en una de las frases que utilizó ayer Rajoy para subrayar que irá a la comisión. "Yo estoy muy ocupado y tengo muchas cosas que hacer. Pero entre esas cosas está, en ocasiones, el reunirse, aunque sea para perder el tiempo".

CiU Y LAS ELECCIONES En esta modulación de discurso que hizo ayer el PP algo tuvo que ver, según reconocieron fuentes populares, el tono conciliador y pactista que exhibió en el debate del martes el portavoz de CiU, Josep Antoni Duran Lleida. Los conservadores temen que los nacionalistas catalanes terminen por arrogarse en exclusiva el papel de control y corrector de las políticas del Ejecutivo. Además, Rajoy ha dado directrices para que no se critique a Convergència aunque termine siendo el salvavidas de Zapatero. No sea que algún día CiU necesite al PP para gobernar o a la inversa.

Otra de las decisiones que adoptó Rajoy fue dejar que sean otros los que exijan abiertamente adelanto de elecciones generales. De hecho, ayer fue Esperanza Aguirre la que sentenció que "anticipar las generales sería lo más democrático" en esta coyuntura. Rajoy se limitó a decir que si Zapatero no sabe qué hacer, debería dejar paso a otros. Y descartó la moción de censura. "No sería útil. Habría un debate y, a las 24 horas, volveríamos a estar en la misma situación", afirmó. Los populares son conscientes de que tanto el adelanto como la sustitución de Zapatero son hoy quimeras. Pero se congratulan de haber conseguido un clima social en el que hablar de elecciones, censuras o cambios no suene ya "fuera de contexto".