El candidato del PP, Mariano Rajoy, aseveró ayer que, a dos días del próximo debate con José Luis Rodríguez Zapatero y justo en el ecuador de la campaña electoral, se encuentra "mejor que nunca". "Siento que este es mi momento y que el cambio está ahí", subrayó.

Y, según su tesis, ese cambio político debe producirse de forma inmediata, dado que Zapatero "sale muy caro a los españoles". "Su permanencia en el Gobierno es un riesgo serio", añadió. A modo de ejemplo, sacó a colación que los precios han subido un 4,4% en febrero, un 35% más que en el resto de países de la UE. Los datos evidencian, a su entender, que "urge" tomar medidas en política económica. "En estos años ha habido muchos fuegos de artificio, ha habido mucho ruido y pocas nueces. Hemos estado gobernados por un presidente que no estaba en la realidad de los españoles", sentenció Rajoy.

LAS RECRIMINACIONES Continuó su discurso centrado en el reproche a Zapatero y pasó a la inmigración: ante el auditorio pamplonica, intentó aclarar cuál es su posición al respecto. "Sí a la inmigración con orden y control. No al disparate o al desmadre" que, bajo su punto de vista, llegaría si gobernara Zapatero.

Para finalizar, reproches al jefe del Ejecutivo por haber negociado con ETA, por haber puesto en duda el concepto de nación española o haber ilegalizado ANV por "electoralismo". Y, además, un poco de victimismo. Rajoy se quejó ante los suyos --o los de UPN, el partido hermano del PP en Navarra-- de que los socialistas le están "masacrando" en campaña. Y vaticinó que no habrá cambios de estrategia hasta el cierre. "Yo, un modesto hombre de provincias, todos los días masacrado inmisericordemente. Y no paran. Y siguen", apuntó. Ante esto, concluyó, él responderá con propuestas. "Ha de venir un Gobierno que haga las cosas como Dios manda". Terminó un mitin que no brilló por sus novedades. Pero el candidato tiene la cabeza, y quién sabe si el corazón, como reza su eslogan, en el debate del lunes.