Mariano Rajoy ha preparado a conciencia el combate parlamentario que mantendrá hoy con el presidente del Gobierno. En los últimos días, su entorno le ha presionado para que endurezca su discurso en un debate económico que se considera clave y que, incluso, juegue con la presión del adelanto electoral o la moción de censura. Esperanza Aguirre y otros barones del PP estarán en el Congreso para observar de cerca al líder de la oposición. Pero Rajoy no gusta de quemar cartuchos que pudieran explotarle en las manos y, por eso, ha diseñado un discurso cuyo objetivo es dejar contra las cuerdas a José Luis Rodríguez Zapatero. O lo que es lo mismo: "herir de muerte" la credibilidad del Ejecutivo, según apuntaron fuentes populares.

Así, Rajoy tiene previsto apabullar a su adversario con datos de organismos nacionales e internacionales. La finalidad es desmontar la tesis gubernamental de que el país está "prácticamente a punto" de salir de la recesión y convencer de que urge una "rectificación en toda regla", especialmente si se busca un pacto de Estado.

SIN CAMBIO DE RUMBO Por su lado, Zapatero defenderá que sí tiene un plan económico y una hoja de ruta para sacar a España de la crisis y, al contraataque, intentará demostrar que son los populares, por puro interés estratégico, los que se niegan a propiciar acuerdos políticos de calado. En este contexto, el presidente del Gobierno negará cualquier cambio de rumbo y apelará a la responsabilidad del resto de la Cámara para moderar sus críticas --dada la sensibilidad demostrada por los mercados internacionales-- y sumarse a su proyecto, aunque sea de forma puntual, para salir de la crisis, un proyecto que se sostiene en su plan de austeridad para las administraciones; en la reforma laboral y la de las pensiones.

Zapatero, por tanto, se moverá en los márgenes marcados por la nueva ley de economía sostenible y respaldará la necesidad de acometer ya una reforma del mercado de trabajo, además de buscar fórmulas para garantizar el futuro de las pensiones. En este sentido, propuso hace semanas incrementar la vida laboral hasta los 67 años, una iniciativa que soliviantó a un PP que, aunque comparte el fondo de la propuesta, rechaza cambios en el Pacto de Toledo si no van vinculados a una reforma laboral "valiente". De esa reforma "valiente" que exige el PP no tiene previsto Rajoy, en principio, dar hoy demasiadas pistas. Su deseo es que "sea el proyecto del Gobierno o la falta del mismo el que se juzgue en el Congreso, y no el de la oposición", apuntan sus allegados. No obstante, llevará preparado un paquete de medidas por si el debate se encauza por esos derroteros y se ve obligado a cambiar de estrategia. A saber: los populares apuestan por un nuevo contrato cuya indemnización por despido dependa del del tiempo trabajado, con un límite de 33 días por año. Además, quieren bonificar a los empresarios que contraten a jóvenes y mayores de 45; bajar los impuestos de sociedades y el IVA para determinados sectores y, de paso, reducir "de forma permanente" y "en dos puntos" la cotización empresarial a la Seguridad Social.

Asimismo, abogan por abrir al sector privado las tareas de búsqueda de empleo y flexibilizar la negociación colectiva. En cuanto al tema de ampliar la vida laboral, Rajoy lo ve con buenos ojos siempre que sea "voluntario".