"No quiero tirarme ocho meses hasta que me den la libertad condicional", dice Luis Roldán, con camisa y corbata, a dos periodistas de El Mundo en un hotel de París. El exdirector general de la Guardia Civil, el primer no uniformado en ponerse al frente del cuerpo en siglo y medio, el personaje que con su ciclo de lucro ilícito, fuga y cárcel se convirtió en anagrama de la corrupción del PSOE, tiene por delante 11 meses de evasión que concluirán con una extraña captura en Bangkok (Tailandia). Es mayo de 1994 y Roldán no sabe que le condenarán a 28 años de cárcel, que pasará más de una década en un pabellón de la cárcel de mujeres de Brieva (Avila) vestido con un chándal verde, calcetines blancos y zapatillas, que de ahí será trasladado al Centro de Inserción Social Las Trece Rosas, en Zaragoza, que será presidente de la comunidad de vecinos de la finca paterna, y que hoy, viernes 19 de marzo del 2010, firmará un papel que le convertirá en hombre libre.

Libre y millonario: la justicia no ha logrado embargarle ni la mayor parte de su fortuna, valorada en 1993 en 10 millones de euros, ni sus lujosos inmuebles en la capital francesa y en la isla caribeña de San Bartolomé, un chalet tropical.

El asegura que es pobre, que le gustaría marcharse de su Zaragoza natal y no puede por falta de crédito, pero entre quienes han seguido su periplo vital nadie le cree. "Este señor ha mentido tanto que no merece la pena ni escucharlo", dice Antoni Asunción, en 1994, el ministro del Interior que dimite tras la huida de Roldán.