Iñaki de Juana Chaos está instalado en la cuarta planta del Hospital Donostia, en San Sebastián. Las vistas desde su habitación son las mejores sobre toda la ciudad. Su presencia convulsionó el centro el primer día, y aún son visibles las cámaras de televisión apostadas en el exterior. En la planta, nada hace pensar que el paciente que está acaparando el máximo protagonismo en las últimas horas se encuentra ingresado a mitad de pasillo. El trasiego inicial de dirigentes de la izquierda aberzale dio paso ayer a una jornada más tranquila.

Los dos agentes de la Ertzaintza de paisano que hay apostados en la puerta, dotados de un antiquísimo auricular que los hace fácilmente reconocibles, se ocupan de mantener la situación bajo control. No es que hablen mucho tampoco con el guardia de seguridad del propio hospital, a pesar de que se encuentra junto a ellos.

Irati Aranzabal, novia del etarra, al igual que sus amigos y familiares, no tiene ningún problema en visitarle y permanecer junto a él.

Hermana enfermera

El interno ya ha degustado el caldo vasco, administrado tras realizarle varios análisis. Además, disfrutará de un apoyo directo en la persona de su hermana, Altamira de Juana Chaos que, por aquellas casualidades de la vida, trabaja en el Hospital Donostia como supervisora de enfermeras. A pesar de la influencia familiar, ella no milita en la izquierda aberzale.

Ayer fue un viernes tranquilo. La única concentración que alteró el exterior del centro hospitalario fue convocada por el Colectivo de Víctimas del Terrorismo del País Vasco (Covite), que apenas congregó a una treintena de personas que protestaron por la concesión de la prisión atenuada a De Juana.