Joseba Fernández Aspurz, alias el Guindi, actuó el miércoles como terrorista. Pocas horas después de ser detenido tras el asesinato de un brigadier francés, el presunto etarra tuvo la sangre fría de asegurar a los investigadores que los cinco hombres que aparecían en los vídeos grabados en un hipermercado eran sus compañeros de comando. Con su mentira intencionada, regaló a la banda un tiempo de oro para su fuga, y ayudó a que las autoridades francesas protagonizaran uno de los episodios más sonrojantes de su historia antiterrorista: confundieron a cinco bomberos con etarras.

Un comisario de la policía aseguró ayer que "quien no hace nada nunca se equivoca". Cierto, pero equivocarse en una cuestión tan delicada tiene un precio más alto. Ese fallo de los franceses confirma lo que ya se intuía desde el martes hablando con responsables policiales en España: que Francia ha asumido la dirección de la investigación de la muerte de su brigadier sin tener apenas experiencia en materia antiterrorista, con demasiadas prisas y excesivamente condicionada por la celebración, hoy, de la segunda vuelta de unas elecciones regionales que pintan mal para el presidente, Nicolas Sarkozy.

ASUMIR RESPONSABILIDADES Conviene rebobinar para entender que otros, además de Francia, también fallaron. El ministro del Interior español, Alfredo Pérez Rubalcaba, fue el primero en dar un paso al frente y asumir su parte de responsabilidad en el lamentable enredo. "Se podía haber hecho mejor", dijo en Cádiz. Y es cierto.

El martes por la noche, tras conocerse la muerte del brigadier Jean-Serge Nérin en Dammarie-lès-Lys, un policía jubilado acudió a la comisaría y contó que el día anterior, en el Carrefour de Villiers-en-Viere, le llamaron la atención cinco jóvenes que hablaban "en un español muy raro". Uno de los cinco hombres que aparece en las cintas de las cámaras de seguridad les llamó la atención: el joven de frente despejada que empuja el carrito. Su parecido con Mikel Carrera Sarobe, Ata, actual jefe de ETA, es brutal. Lamentable coincidencia que animó a los investigadores franceses a mostrar las imágenes al detenido. El Guindi dijo que sí, que eran de su comando.

Con ese material entre las manos, los agentes optaron por una estrategia inusual y arriesgada. Solicitaron la colaboración ciudadana para identificar a los cinco "etarras del Carrefour". Los investigadores franceses ya querían difundir las imágenes el miércoles por la noche, pero sus compañeros españoles les aconsejaron que "aguantaran un poco", según fuentes al corriente de los acontecimientos. Al final, las cintas se emitieron el viernes acompañadas de teléfonos de colaboración ciudadana. Las imágenes se vieron primero en España. En Francia no se difundieron hasta la noche.

Sobre las once de la noche, los responsables de los Bomberos de la Generalitat recibieron la llamada de uno de sus hombres asegurando que, tras ser alertados por sus familias, se habían visto en internet confundidos por etarras. Los mandos se pusieron en contacto con los Mossos d´Esquadra y estos con la Consejería catalana de Interior. La policía autonómica alertó también del error a la policía francesa a través del Centro de Cooperación Policial y Aduanera (CCPA) de Hendaya, donde hay agentes franceses, policías nacionales, guardias civiles, mossos y ertzainas. A las tres de la madrugada llegaron a esa comisaría las fichas de los cinco bomberos.

Inexplicablemente, ningún responsable policial ordenó que alguien fuera a la casa rural en la que estaban los bomberos para tranquilizarlos. Los propios bomberos acudieron a la comisaría de Melun porque por teléfono nadie les atendía. El conseller de Interior, Joan Saura, tampoco llamó a Rubalcaba hasta ayer por la mañana. La consejería entendió que la gestión con Francia era suficiente. Visión no compartida en Madrid.