Para el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, Pasqual Maragall y el tripartito son un caso perdido. Superada con creces su capacidad de sorpresa, el Ejecutivo ha preferido guardar un cauto silencio sobre la crisis de gobierno acometida por el presidente catalán, con la guinda del nombramiento de Xavier Vendrell como consejero de Gobernación. "Serán los ciudadanos quienes tendrán que juzgar los cambios", sentenció ayer, entre perpleja y resignada, la vicepresidenta primera, Teresa Fernández de la Vega. La portavoz defendió "el derecho y el deber" de Maragall de nombrar a los consejeros que más le plazca. "Que les vaya muy bien", les deseó.