Isabel Pantoja conoció el jueves por la tarde cuán delgada es la línea que separa el amor del odio. Seguramente sus oídos tardaron en identificar que las voces que recibía cuando abandonaba en coche los juzgados de Marbella no la aclamaban como artista, sino que pedían su ingreso en prisión al grito de "choriza". Tal vez comprendiera entonces lo que sintieron las rivales políticas de su pareja, Marisol Yagüe e Isabel García Marcos, cuando en el 2003 desbancaron a Julián Muñoz de la alcaldía poniendo fin a una complicada relación de la artista con la localidad.

El idilio con la ciudad comenzó oficialmente el 28 de febrero del 2003 cuando la cantante presidió los actos del Día de Andalucía bajo la mirada atenta de Muñoz y múltiples rumores sobre su íntima amistad. Tras acompañar al entonces alcalde en la izada de la bandera en el consistorio, Isabel recibió el símbolo de la ciudad y fue imagen pública de Marbella.

En esos momentos, la artista pasaba horas bajas en su carrera y se había acercado al mundo de la hostelería, gracias a una concesión municipal para un restaurante y un bar de copas (la cadena Cantora) en la cercana Fuengirola. Sus planes pasaban por ampliar su negocio a la capital de la Costa del Sol.

Embajadora popular

Isabel se convirtió en la embajadora de la ciudad, aunque había que esperar hasta el 1 de junio, cuando la hacienda municipal aprobaría el gasto para dicha partida de representación, cuya cuantía nunca llegó a hacerse pública. "Cuando el interventor me autorice, diré cuánto es, ante todo quiero transparencia", diría Muñoz. Días después, amadrinaba un avión bautizado con el nombre de Marbella, y en su agenda se colaba incluso un concierto a beneficio de los damnificados del Prestige organizado por el consistorio.

"Mientras yo esté con Julián, llevaré muy dentro a Marbella". Toda una declaración de intenciones que la cantante pronunció el 7 de junio del 2003 en El Rocío al hacer pública su relación. Comenzó entonces la mudanza a Marbella. Primero fue una vivienda alquilada y más tarde, el chalet Mi Gitana, por cuya adquisición se interesó el juez Torres en el interrogatorio del pasado jueves. Una casa comprada además a Carlos Sánchez, un promotor detenido también por el caso Malaya.

La oposición denunció un "pago con terrenos" para que la cantante se trasladara a Marbella, y cifró en unos 2,4 millones de euros el coste del contrato. El ahora prófugo edil Carlos Fernández (PA) aseguró que Isabel recibió en condiciones muy ventajosas el apartamento del hotel de lujo Guadalpín --cuyos dueños también están imputados--, que el ayuntamiento habría obtenido tras aprobar el aumento de edificabilidad de la parcela. Muñoz acabó anunciando la renuncia de la artista a la promoción de la ciudad.

Pese a todo, Isabel no renunció a Marbella y hasta se especuló con su salto a la política. Pero desde la detención de Muñoz, intenta poner tierra de por medio vendiendo incluso la casa en la que fue arrestada.