Los acuerdos deberán producirse en Cataluña bajo el liderazgo de José Montilla y con mi pleno respaldo". Así de contundente zanjó ayer José Luis Rodríguez Zapatero los comentarios sobre sus preferencias para el futuro Gobierno de Cataluña. El líder socialista hizo un ejercicio de respeto a la independencia del PSC respecto del PSOE para dar tiempo al candidato catalán a emprender un diálogo que, recordó, "aún no ha empezado". Zapatero habló así en una comparecencia en el Congreso, pero ya horas antes había vetado en la ejecutiva del PSOE cualquier "hipótesis" sobre los pactos para formar el nuevo Gobierno.

Varios miembros de la dirección del PSOE acudieron a la reunión extraordinaria en Ferraz armados de un esquema fabricado con los resultados de la víspera, convencidos de que la derrota del PSC y su distancia de 11 escaños respecto de CiU abría las puertas a la sociovergencia , que a la postre, opinan, es la opción más conveniente para los intereses del Gobierno central. Pero no pudieron someter su tesis a discusión, porque el líder abrió el debate para abortar cualquier especulación sobre los pactos que debe ejecutar Montilla. "No debemos adelantar hipótesis ni hacer pronósticos", zanjó Zapatero. Todos obedecieron la orden.

Aunque en las intervenciones nadie osó mencionar la sociovergencia --tampoco al tripartito--, en las charlas informales posteriores --ya en ausencia de Zapatero-- varios expresaron su preferencia por la estabilidad que proporcionaría en Madrid un pacto en Cataluña con CiU, según fuentes de la dirección socialista.

Pero Zapatero se lleva sus deseos de viaje a Uruguay, adonde partió anoche para asistir a la cumbre iberoamericana. Aquí deja a Alfredo Pérez Rubalcaba y Manuel Chaves la interlocución con el PSC. Antes de partir aseguró por teléfono a Montilla que apoyará la decisión que adopte "pensando en lo que representa el PSC y en los objetivos de la legislatura, sobre todo el desarrollo del Estatut". Y, como muestra de su respaldo, admitió que ni siquiera ha felicitado a Artur Mas.

Precisamente la aplicación de la Carta catalana es la baza que tiene Montilla para convencer a Zapatero de las bondades del tripartito, aunque este deba atender más a las "políticas sociales" que a las identitarias.

TEMOR AL PACTO CIU-ERC El presidente asume que un pacto CiU-ERC subiría tanto el listón del desarrollo estatutario que complicaría las cosas al Gobierno central y privaría al PSOE de apoyos en el Congreso. Así las cosas, y con la oposición inicial de Montilla a someterse a la sociovergencia , Zapatero empezaría a ver con menos recelos la posibilidad de repetir el tripartito.