El Gobierno español sigue igual de seguro de que el 15-N José Luis Rodríguez Zapatero estará en la cumbre de Washington sobre la crisis, aunque continúa sin explicar sus motivos para tan optimista augurio. El jefe del Ejecutivo declaró ayer en una rueda de prensa en San Salvador que confía en que "los convocantes" de la cumbre --según él, la Unión Europea y EEUU-- hagan público en los próximos días la lista de invitados, dando por hecho que España estará incluida.

Con esta afirmación, Zapatero ningunea la propuesta de George Bush, anfitrión de la cumbre y a quien el presidente de turno de la Unión Europea, Nicolas Sarkozy, ha dejado --como mínimo públicamente-- la ardua tarea de decidir la lista de convocados. Bush ya dijo el martes de la semana pasada que el formato de la reunión sería el que facilita el llamado G-20, basado en la suma de las potencias del G-8 y 12 países emergentes.

Al conocer el formato, Zapatero inició su rebelión y anunció a bombo y platillo, en una rueda de prensa improvisada, que pondría toda la maquinaria diplomática al servicio de su objetivo de este otoño: participar en el encuentro en el que se replantearán los cimientos del capitalismo y se decidirán las reformas necesarias en los organismos internacionales para poder prevenir crisis como la actual.

PROPUESTA DE LULA Fuentes de la Moncloa aseguran que el viernes día 3, cuando se celebre el consejo europeo informal para definir una posición común ante la reunión, o, a más tardar, el lunes 10 (solo cinco días antes de la cumbre), la UE anunciará que Zapatero podrá ir a la cita de Washington. El Ejecutivo confía más en esta vía que en las gestiones que Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de turno del G-20, ha hecho ante EEUU para que invite al jefe del Gobierno.

Saber cómo Zapatero participará en esa cumbre es una batalla perdida por ahora. El presidente español no quiere comentar la propuesta que parece, como mínimo, lógica: que Francia ceda una de sus dos sillas, una por presidir la UE y otra por ser miembro del G-20. Sin embargo, para complicar todavía más el embrollo, ayer el portavoz del ministerio francés de Exteriores, Eric Chevalier, aseguró que no se trata de que Francia "ceda" un puesto a España. "Se trata de apoyar la presencia de España en esta importante reunión internacional", añadió.

Preguntado sobre esta declaración, un portavoz del Gobierno español declinó comentarla: "Las negociaciones las está llevando personalmente Zapatero y solo podemos insistir en que él apuesta por la vía europea".

El jefe del Ejecutivo se incomoda estos días cada vez que se le pregunta por su participación en la cumbre. Llama la atención, ya que fue él mismo el que lanzó personalmente la ofensiva diplomática para poder participar y, de paso, pisar la Casa Blanca con Bush como inquilino. La reunión incluye una cena en la residencia presidencial, la única ocasión para Zapatero de verse con el presidente republicano, que dejará su cargo en enero.

Mientras, ayer se supo que Sarkozy llevará al encuentro al ministro de finanzas de la República Checa, país que asumirá la presidencia de la UE en enero. "Debemos garantizar la continuidad de Europa frente a la crisis financiera", afirmó el líder francés con un argumento que contenta a España.

INVITACIONES A BODAS Como Zapatero ha convertido su asistencia a la cumbre en un asunto casi de Estado, el PP está a la espera de aprovechar un posible fracaso. El vicesecretario de comunicación, Esteban González Pons, dijo que España no puede ir con una silla "prestada". Y apostó por mantener "la dignidad de las instituciones" y "de 43 millones de españoles". "Nadie llama a una boda para pedir que le inviten", dijo gráficamente. Zapatero lleva llamando insistentemente desde hace 12 días y parece que está dispuesto a hacerlo hasta la fecha límite.