Contención y paciencia. José Luis Rodríguez Zapatero recuperó ayer en Valencia su célebre talante para predicar ante su partido las bondades de no entrar al trapo. Aconsejó a los suyos que no respondan a los ataques del PP contra el proceso de paz, ni repliquen a los "enredos" con la investigación del 11-M, porque ambos asuntos terminarán por agotarse como argumento de oposición.

Aunque no dio ningún dato que permita deducir que hay avances en el proceso de paz, dio por sentado que se logrará al prometer que, cuando ocurra, compartirá el éxito con el PP, "porque ellos --subrayó-- también han sufrido y también han luchado contra el terrorismo". Del 11-M se encargan los jueces. El veredicto sobre el mayor atentado de la historia de la democracia, dijo, acabará con las especulaciones que siembran los conservadores.

A pesar del talante, Zapatero destacó que la actitud del PP no tiene parangón en "ningún país europeo". Así, aludió a Gran Bretaña, donde "sería impensable", dijo, que la oposición se comportara como en España. Zapatero recordó que los conservadores británicos han apoyado a Tony Blair en el proceso para poner fin a la violencia del IRA, y no han utilizado electoralmente la investigación del atentado islamista del 7-J. "Este es un país serio", tranquilizó el presidente a sus partidarios, y "nadie podrá impedir la sentencia judicial sobre el 11-M" que pondrá fin, dijo, a los enredos del PP.

INTEGRACION GARANTIZADA El jefe del Ejecutivo también se refirió a la inmigración, otra vertiente de la oposición del PP. Reiteró que un Ejecutivo socialista debe actuar ante este fenómeno con la cabeza y el corazón, "con la legalidad y con buenas políticas sociales para garantizar la integración", y reconoció los problemas que muchos alcaldables del PSOE pusieron de manifiesto en la última conferencia política. No obstante, prometió más medios para que "nadie sienta que pierde con los que vienen a trabajar a nuestro país". Quiere mejorar las ayudas en educación, vivienda y becas que hoy recaen en muchos inmigrantes para disgusto de los nacionales de clases más desfavorecidas.

Pese a las dificultades, el presidente advirtió a los suyos de que no consentirá un mensaje "antiinmigración" como el que, a su juicio, está haciendo el PP al crear la sensación de que la llegada de extranjeros es un problema en lugar de una ayuda para la economía española.