A tan solo tres días de su primera huelga general, José Luis Rodríguez Zapatero endureció ayer el tono de su discurso frente a los sindicatos y en defensa de la reforma laboral. El presidente del Gobierno exigió a las organizaciones sociales que muestren "responsabilidad" y aporten "propuestas" en las futuras reformas, sobre todo la de las pensiones, porque, a su entender, no valen solo "las críticas y las descalificaciones". De sentarse a hablar de la reforma del mercado laboral tras la huelga no dijo ni una palabra. Cualquier diálogo estará encaminado a pactar los siguientes ajustes. Rectificar una ley que ya ha pasado por el Congreso está descartado porque el Gobierno en este terreno no dispone de ningún margen de maniobra.

La estrategia del Ejecutivo de eludir la confrontación con los convocantes del paro no ha evitado que las asambleas y actos públicos organizados por los sindicatos hayan derivado en peticiones de dimisión de Zapatero, lo que puede haber llevado también a este a encabezar la contraofensiva. Ayer aprovechó el mitin organizado en Zaragoza tras la proclamación de Eva Almunia como candidata de los socialistas aragoneses en las autonómicas para destacar que la reforma laboral tiene un objetivo principal: "Ayudar a que más jóvenes tengan trabajo".

PROTECCION A LOS PARADOS También les recordó a los sindicalistas que su Gobierno es el que "más ha trabajado y trabajará en favor de los trabajadores". "Aunque tengamos una huelga, esto no me lo puede discutir nadie", sentenció después de asegurar que nunca antes se había alcanzado un nivel tan alto de protección a los parados ("el 80% cobra subsidio") y enumerar su larga lista de logros sociales: la subida de las pensiones, del salario mínimo interprofesional, la multiplicación de las becas y una ley de la dependencia que prevé atender a más de un millón de personas, "gente de la que nadie se había acordado hasta ahora", añadió.

"Sabéis que respeto a los sindicatos profundamente y nunca saldrá de nuestras filas alguien que quiera restringir sus derechos", dijo en alusión al intento de Esperanza Aguirre de recortar el número de liberados, pero también les recordó que "el Gobierno tiene el deber de intentar cambiar las cosas". Y entre estos cambios figuran la reforma laboral, la de las pensiones y el resto de ajustes que el presidente dijo querer llevar a cabo "con el máximo diálogo posible", pero con la "tenacidad propia de Aragón", que no equivale a "tozudez" como le pidió a gritos que dijera uno de los 1.500 maños presentes en el mitin.

Zapatero recordó que el expresidente Felipe González sufrió muchas críticas y movilizaciones por la reforma de las pensiones de 1985 pero que gracias a esa medida desde entonces han estado garantizadas las prestaciones de la Seguridad Social.

"El momento de hacer cambios siempre es difícil, pero después la gente lo agradece", aseguró. Felipe González ganó después tres elecciones más, aunque tras la huelga general de 1988 tuvo que dar marcha atrás en su proyecto de reforma del mercado laboral.

Algo sobre su futuro insinuó quizá al presentar a la candidata a la presidencia de Aragón, Eva Almunia, actual secretaria de Estado de Educación. "Era la única concejala en su pueblo, fue la primera mujer en el Gobierno aragonés y ahora vamos a tener una presidenta. ¡Ya era hora!". ¿Es también hora de tener una presidenta en España?