Unos 300 menores víctimas de la violencia machista son atendidos al año en Extremadura. Esta es la cifra oficial que se maneja, pero lo cierto es que no se corresponde con los casos reales, que son muchos más, según aseguran las expertas, porque lo que sale a la luz, lo que se denuncia, de lo que se tiene plena constancia, es solo la punta del iceberg.

La Casa de la Mujer de Cáceres acogió ayer la I Jornada de Sensibilización hacia la problemática social de menores víctimas de violencia de género. Unos 70 profesionales del ámbito social, sanitario, medios de comunicación, educativo y judicial participaron en este acto inaugurado por la directora del Instituto de la Mujer de Extremadura (Imex), Beatriz Muñoz.

Muñoz abogó por proteger los derechos de estos menores «recuperando la consideración social que se había consensuado sobre la infancia y la adolescencia». «En los últimos tiempos hemos visto un discurso sustentado en el odio hacía niños, niñas y adolescentes, como en el caso de los menores inmigrantes no acompañados, los menas, que los ha desposeído de su condición de menores», aseveró.

Así, mostró la importancia de luchar contra la criminalización y la invisibilización que sufren y por terminar con los estereotipos que estigmatizan a los niños.

EN PRIMERA PERSONA / Durante la jornada hubo una mesa redonda sobre la realidad que viven estos menores y otra sobre buenas prácticas, con distintas expertas, además de la charla de Patricia Fernández, presidenta y fundadora de Avanza Sin Miedo, una asociación de menores víctimas de violencia machista «contra el falso síndrome de alienación parental».

Para Fernández, «pese a estar sucediendo constantemente asesinatos de menores víctimas y niños y niñas que se quedan huérfanos, se corre una cortina de humo que les invisibiliza».

«Por el hecho de ser menores se connota que tienen menos derechos, pero no es así, es un colectivo que hay que proteger», subrayó.

Su madre fue víctima y ella misma sufrió esta violencia de pequeña, lo que le lanzó hace dos años a fundar esta asociación para que la infancia no quede relegada a un segundo plano en este ámbito, dar voz a los niños y reivindicar sus derechos en el plano legislativo.

Así, la asociación trabaja en dar a conocer la realidad de estos pequeños y, por otro lado, se atiende de forma directa a las víctimas menores, hijos de maltratadas, principalmente.

«Hasta ahora se les consideraba víctimas colaterales, indirectas, y se les relegaba a un segundo plano; tratamos de darles voz y darles un estatuto como personas, son sujetos de primera», indicó Fernández.

REPETICIÓN DE PATRONES / Según la psicóloga del equipo de atención a menores del Imex, María José Montesinos, un recurso que funciona desde 2009 en la región, los estudios apuntan a que hay una predisposición a mostrar comportamientos violentos en edades posteriores por parte de los menores víctimas.

En este sentido destacó que aunque son un grupo heterogéneo, la mayoría están implicados en procesos de acoso escolar, como víctimas o como maltratadores.

Esto se intenta paliar desde el Imex con un procedimiento de evaluación y programas de desarrollo infantil y relacionados con violencia de género para dotar a los menores de «estrategias, recursos y habilidades que les permitan afrontar la situación vivida».

Desde 2009 se han atendido en Extremadura por esta unidad a unos 2.500 menores, unos 300 casos al año, unos datos que son la «punta del iceberg», insistió Montesinos, pues la atención abarca «un porcentaje muy pequeño de los casos reales de menores víctimas de violencia de género».

Por lo general, la mujer víctima es atendida por los recursos psicológico y una vez que se ha avanzado en su recuperación integral, se comienza a intervenir en los hijos.

Una ley de 2015 / Habría que recordar que no fue hasta el año 2015 cuando entró en vigor la ley que reconoce también a los niños como víctimas de la violencia de género.

Entre otras cuestiones, implica que los jueces siempre deben pronunciarse sobre las medidas cautelares que les afectan.