Cinco siglos de Historia condensados en anillos concéntricos que se esconden en el corazón de los árboles. 500 años de historias y una puerta abierta a que algunos de los secretos que guardan los museos salgan a la luz. Se llama ‘dendroarqueología’ (la aplicación a la arqueología de la ciencia que estudia los anillos de crecimiento de los árboles) y una investigación de la UEx ha logrado rebasar los 200 años de historia que había hasta ahora como barrera en la datación de piezas construidas en madera y retrotraerse otros 300 años más allá hasta establecer un periodo de estudio que abarca desde 1516 hasta 2017. «Es la primera vez que se superan los 500 años de historia en la región», señala Daniel Patón Domínguez, profesor de la facultad de Ciencias de la UEx y autor del estudio que se publicó el pasado mes de junio en la revista Journal of Archaeological Science, una de las más importantes sobre arqueología.

En el estudio se han datado 500 muestras de maderas históricas del palacio de Las Veletas (Cáceres) y la iglesia de San Vicente Ferrer (Plasencia) de la especie de pino silvestre (pinus sylvestris), que era el que se usaba en la construcción. También se analizó material arqueológico de los fondos del palacio de Carvajal, aunque este no se incluyó finalmente en el estudio porque las piezas estaban realizadas en otra variedad de pino que podía llegar a desvirtuar el estudio. Del material analizado se seleccionaron 300 muestras que cubrían 20.000 anillos medidos y una cronología de 495 años que va desde 1516 a 2011. En esta cronología se han incorporado datos del ITRDB (International Tree Ring Data Bank, una base de datos de Estados Unidos considerada el banco mundial de datos de anillos) y también muestras de árboles vivos de la cara sur de la Sierra de Gredos, la que entra en Extremadura. «Gracias a esta cronología podemos datar cualquier pieza de madera en ese intervalo con total exactitud. Y nuestra señal se puede aplicar en contextos muy diversos como el análisis de la climatología y el cambio climático o la historia del arte», explica el investigador extremeño.

El arqueólogo del museo de Cáceres, José Miguel González Bornai, les ayudó en la interpretación arqueológica de las piezas a través del estudio de los anillos: básicamente consiste en medir distancias en estos anillos para después, a través de análisis matemáticos, ir cuadrando como un puzzle todos los fragmentos circulares de distintas piezas de madera, con el objetivo de ir reconstruyendo la cronología.

La investigación de la UEx ha permitido saltar la barrera que había hasta ahora a partir de los 200 años, muy difícil de sobrepasar porque coincide con la época de la invasión napoleónica. «Fue un periodo en el que se machacaron mucho los árboles y es muy difícil encontrar ejemplares de más de 250 años. Eso suponía que no se podía realizar el estudio en los ejemplares más antiguos, porque los que hay están protegidos y en muchos casos tienen la consideración de árboles notables», recuerda Patón. La cuestión es que para analizar la antigüedad a través de los anillos del tronco era necesario hacer un pequeño agujero en el árbol que en ejemplares protegidos no era una opción posible a pesar de que «no se va a hacer ningún daño al árbol; es un pequeño agujero que luego el árbol restaura sin problemas», matiza el investigador.

¿Por qué pino silvestre?

El estudio se centró en el análisis de piezas fabricadas en pino silvestre, que ha sido muy utilizado en el pasado tanto en la construcción como en la fabricación de muebles y enseres puesto que estos ejemplares tienen unos troncos muy largos y fustes muy rectos y muy compactos que sirven, por ejemplo para hacer vigas, (de hecho, de la iglesia de San Vicente Ferrer de Plasencia lo que se analizó fue, precisamente, fragmentos de unas vigas que se vinieron abajo). Es el ideal porque esta especie está distribuida por la Sierra de Gredos y los autores del estudio determinaron que las piezas realizadas en pino en la región (el menos en la mitad norte) solo pueden venir de la zona que es Gredos, puesto que no hay pino más al sur, no lo hay en Portugal y las masas de pino en el este (Sierra Nevada) están tan alejadas que es poco probable que se recurriera a esa zona. Se cruzaron datos de la Sierra de Gredos tomadas en los años 80 con los del banco mundial de datos de anillos de EEUU y comenzaron a analizarse distintas piezas: un cuadro, una tabla, los cantos de una mesa o las patas e incluso la puerta principal del Museo de las Veletas cacereño. Recomponiendo todos esos anillos es como han logrado retrotraerse hasta 500 años o lo que es lo mismo, abrir la puerta a datar con precisión cualquier pieza de madera de la mitad norte de Extremadura (que conecta con la fachada sur de Gredos y tienen gran similitud climatológica) fabricada en ese intervalo.

Múltiples aplicaciones

A través de este estudio se han detectado algunas curiosidades, por ejemplo respecto a la puerta principal del Museo de las Veletas, que aunque fue construida con piezas datas entre 1562 y 1717, hay evidencias de una restauración en la parte posterior en 1872. También se logró datar un códice que se conserva en el Museo de Cáceres y que se pensaba que era Gótico por el estilo del manuscrito. «Al analizar las tapas de madera del códice dio una correlación muy alta con la época Napoleónica. La lectura que hicieron los arqueólogos de ese dato es que las tropas de Napoleón se habían llevado el original y que este es una copia, un libro de bolsillo», cuenta.

Además, el estudio sigue en marcha con dos vertientes diferenciadas. Por un lado, buscando piezas más antiguas, que les permitan ahora superar la barrera de los 500 años en la datación. Y por otro, evaluando a través de los anillos de los árboles cómo ha ido cambiando el clima de la región a lo largo de los más de 500 años de estudio. «Hay un enorme campo de análisis que ahora puede comenzar a dar sus frutos», dice Patón.