Cada día la misma rutina al irse a trabajar: se subía al coche, encendía la radio y allí estaba el anuncio en el que animaban a la donación de médula ósea. «Hasta que un día entré en internet y solicité la documentación para inscribirme como donante», dice Ricardo Espada, uno de los 9.000 extremeños que forman parte del registro de donantes de médula y uno de los que además ya ha logrado con esa decisión ayudar a un enfermo que necesitaba un trasplante de células madre.

Era el año 2013. Este pacense de 52 años que trabaja en una consultoría llevaba entonces un tiempo planteándose donar sangre, pero el reclamo de la Asociación de Donantes de Médula le animó a ir varios pasos más allá y además de donante de sangre y de médula, también cumplimentó entonces la documentación como donante de órganos. «No hubo ninguna circunstancia personal que me predispusiera a dar el paso, simplemente lo hice», recuerda. De hecho, en su entorno ni siquiera lo supieron hasta que un día, hace ya tres años, recibió una llamada en la que le comunicaban que sus marcadores eran compatibles con un enfermo que necesitaba un trasplante de médula.

El proceso fue sencillo. No solo inscribirse, sino también cuando llegó el momento de donar. Para entrar en el registro, bastó con rellenar el cuestionario que le remitieron y enviarlo a la delegación en Extremadura de la Asociación de Donantes de Médula Ósea (ADMO), y acudir al hospital para un análisis de sangre que, junto a sus datos, pasó a formar parte del registro internacional de donantes en el que hay inscritas más de 32 millones de personas de todo el mundo.

Cuando le llamaron como donante compatible, bastó con que se sometiera a una serie de pruebas para comprobar que no tenía ningún problema de salud, antes de que le extrajeran las células madre mediante un proceso ambulatorio (dura alrededor de 3 horas y no requiere anestesia) denominado aféresis y que es el que ya se emplea en el 93% de los casos: se conecta al donante a una máquina que extrae la sangre, separa las células sanguíneas que se necesitan, y reintegra al torrente circulatorio el resto. «No dolió, no tuve ningún efecto secundario, pude hacer una vida normal tras la donación, y volví a casa sabiendo que había podido ayudar a salvar la vida de alguien», comenta sobre las consecuencias de su decisión. Como es habitual en estos casos, nunca supo quién era el destinatario.

Cada vez más

Según los datos de la Organización Nacional de Trasplantes, el número de donantes de médula ósea ha aumentado un 18% en la región entre julio de 2017 y el mismo mes de este año, solo por detrás de Galicia (21%), Canarias (25%) y Castilla-La Mancha (35%).

El registro extremeño ha incorporado en lo que va de año a 812 personas, que se suman a los más de 8.000 que ya integraban el registro en la región y a los más de 32 millones donantes de todo el mundo (según los últimos datos). Por todos ellos, y por seguir sumando donantes se conmemoró ayer, como cada 15 días de septiembre, el Día Mundial del Donante de Médula; una suerte de agradecimiento global por un gesto que salva vidas.

«Gracias a la generosidad de todos ellos se va a cumplir un año y medio antes de lo previsto con el objetivo del plan cuatrienal para lograr 400.000 donantes en España», dice Virtudes Carrasco, presidenta de ADMO en Extremadura, que destaca el «elevado listón» que tiene desde hace años la región con incrementos que siempre están a la cabeza en España. «En todo caso eso no quiere decir que nos podamos relajar, porque siempre aparecen nuevos casos que necesitan de donantes», incide.

Los extremeños suponen una pequeña fracción de 9.000 personas entre los más de 380.000 donantes y 65.000 cordones umbilicales que integran el registro nacional (cuando se necesita un trasplante de células madre se buscan indistintamente entre el registro de cordones y el de donantes, además de en la familia del enfermo, el primer recurso siempre).

Restricciones

A pesar del incremento del número de donantes, las cifras han estado este año lastradas en toda España por las restricciones impuestas por la ONT, que ha limitado entre los 18 y los 40 años la franja de edad para donar, en lugar de los 55 años que se permitía hasta el año pasado. «Los estudios indican que las probabilidades de éxito son mayores con donantes más jóvenes, de ahí que se haya tomado esa decisión», explican en ADMO.

Aún así, con el incremento progresivo en las donaciones, las perspectivas para los enfermos han ido mejorando poco a poco, aunque Virtudes Carrasco apela a no bajar la guardia. «Necesitamos 2.500 donantes para conseguir uno compatible. Es como encontrar una aguja en un pajar y por eso necesitamos que haya muchas agujas en el pajar para tener más probabilidades de éxito», dice. Es difícil, pero el abanico de posibilidades es amplio y, según datos de la ONT, «en la actualidad en un 90% de los casos se encuentra algún tipo de donante en el registro nacional o los registros internacional en un tiempo medio de 33 días».