Un día de la semana pasada Geert Wilders invitó a Marine Le Pen a tomar algo y dar un paseo por La Haya. Seguramente pagó él, pero a mí eso me da igual, me inquietan mucho más las razones que les llevaron a reunirse. He leído en varios periódicos que estuvieron reunidos, pero en ninguno dice con detalle de qué estuvieron hablando. Como saben, Geert Wilders es el líder del partido holandés de extrema derecha (PVV), Partido de la Libertad, y ella la hija del viejo Jean-Marie, el joven francés combatiente en Argelia e Indochina que luego fundó el Frente Nacional. Tengo entendido que es mucho más moderna y refinada que el tosco e inculto de su padre, pero que tiene las cosas tan claras como él.

AL DIA siguiente, en Viena y por iniciativa del partido de la extrema derecha austriaca (FP ), volvieron a encontrarse en la ciudad de la música representantes de estos partidos. A esa reunión también asistió gente de la Liga Norte italiana, de los Demócratas de Suecia, y estos del Vlaams Belang, de aquí, de Bélgica.

POR LO LEIDO, era un encuentro secreto y no se sabía ni la hora, ni el lugar, ni los participantes. Luego se ha sabido que también estaban al corriente de la reunión los representantes del partido popular de Dinamarca (FP), los británicos del UKIP, los verdaderos finlandeses (PS), los del movimiento para una Hungría mejor (Jobbik), etcétera. O sea, ellos y ellos.

Y TODOS ELLOS, con matices, tienen un ideario bastante simple y definido. Ya se sabe, el odio a la globalización, el aprecio a la xenofobia (les gusta decir aquello de que a la primavera árabe le sigue el invierno islamista), el nacionalismo acentuado, la exaltación patriótica, la defensa de los valores tradicionales, etcétera.

A ESTO, con la crisis, se le ha unido su crítica a la austeridad neoliberal y al despilfarro de los partidos convencionales; acostumbran a meter en el mismo saco al euro, a los extranjeros y a los millonarios, y se proclaman únicos defensores de los desfavorecidos y parados. Otra cosa que tienen en común es que a todos se les llena la boca y se les inflama la carótida aireando su desconfianza en Europa. De todo tiene la culpa Bruselas.

DE AQUELLA reunión luego se han conocido también algunos otros detalles. Parece que detrás de todo está la idea de crear un Frente Común, una especie de Tea Party europeo, un caballo de Troya que debilite a la UE hasta acabar con ella. La verdad es que si consiguieran formar un grupo propio en el Parlamento Europeo (para lo que necesitan un mínimo de 25 diputados de al menos siete países diferentes), obtendrían más subvenciones, más colaboradores y más tiempo en las intervenciones. O sea, conseguirían hacerse más fuertes dentro, y desde dentro, tendrían más fácil su objetivo de convertir al parlamento en una institución paralizada que se odia a sí misma.

LOS ANALISTAS nos tranquilizan aireando las diferencias entre unos y otros, que si Wilders está a favor del matrimonio homosexual y los otros son homófobos, que si el partido popular de Dinamarca se opone abiertamente a una alianza con FN francés, que si los británicos de UKIP recelan del extremismo de los holandeses de PVV, que si estos y el FN desprecian a los húngaros del Jobbik y a los griegos de Aurora Dorada, que si todos a su vez desconfían del protagonismo de franceses y holandeses...

ES PROBABLE que los analistas tengan razón y todo esto se quede en casi nada. Pero a mí, como soy de aquellos que prefieren las dudas razonables a las verdades absolutas, estas reuniones semisecretas en gente que le gusta hablar tan alto, me intimidan mucho.

POR OTRA parte, veo a estos de las instituciones europeas tan elegantemente uniformados y tan alejados del común de los mortales, tan satisfechos con sus puestos y tan a gusto en su solvencia, que temo que no están al tanto de la que se nos viene encima; ¿o es que no son tan inconscientes y están dejando que aúllen los lobos para tener acorralados a los borregos?