Solo una pequeña parte de los compuestos químicos que componen un medicamento son metabolizados por el organismo de quien los ingiere. El resto son excretados y van a parar a los cauces hídricos naturales de donde, más pronto o más tarde, las aguas vuelven a ser tomadas para su consumo. Se trata de unos componentes muy resistentes a su eliminación, de forma que en las plantas de depuración de aguas residuales y, posteriormente, en las potabilizadoras, apenas desaparecen una pequeña porción de ellos. De esta forma, pueden volver a ser ingeridos por los usuarios de la red de abastecimiento.

El grupo de investigación Tecnología de Medio Ambiente e Ingeniería Química, de la Uex, ha desarrollado durante los últimos tres años un proyecto para estudiar el comportamiento de estos compuestos en las aguas naturales y las posibles vías para su eliminación de ellas. "Los resultados han sido muy satisfactorios", asegura el coordinador de este grupo, Francisco Javier Benítez, que indica que este estudio ha permitido publicar una quincena de trabajos "en revistas internacionales de amplia difusión" además de la realización de dos tesis doctorares que están a punto de publicarse.

Sin problemas en la región

Benítez explica que este tipo de contaminación va en aumento, si bien en Extremadura no es por ahora una cuestión preocupante. Por un lado, porque al no existir grandes poblaciones, los vertidos son menores. Por otro, porque al no estar muy concentrada la demanda de agua para consumo humano en ningún punto es posible que el espacio entre la plantas de residuales y las potabilizadoras sea mayor, con lo que se da más margen a que la contaminación baje por una vía natural.

De hecho, en las aguas recogidas en la región (en el embalse Peña del Aguila, que alimenta a Badajoz capital, por ejemplo) "no había forma de detectar estos compuestos", por lo que hubo que "doparlas" con productos puros, hasta alcanzar las concentraciones en las que se encuentran en las grandes ciudades. "En nuestras aguas prácticamente no se encuentran concentraciones ni siquiera en niveles mínimos", señala este catedrático de la Uex, que matiza que en ciudades como Madrid sí que se "ha documentado la presencia de productos farmacéuticos en niveles que ya suponen un riesgo potencial". "El mundo occidental consume cada vez más medicamentos. En el entorno europeo hay una preocupación creciente por esta causa y ya se están desarrollando proyectos de investigación similar en otros países", agrega Benítez.

Los compuestos farmacéuticos objeto de este estudio están dentro de los grupos más habituales de fármacos: primidona en el grupo de los antiepilépticos, el metoprolol, en el grupo de betabloqueantes, naproxeno en los antiinflamatorios, fenacetin y ketoprofeno dentro de los analgésicos, hidroclortiazida en los diuréticos, triclosan en los antisépticos y, finalmente, amoxicilina como ejemplo de antibióticos.

Como resultado del estudio se ha propuesto la aplicación de una serie de tratamientos específicos y complementarios de los habituales que se utilizan en las plantas de aguas residuales y que harían posible "la eliminación casi total de estos fármacos, hasta concentraciones que son totalmente irrelevantes y que no supondrían ningún peligro potencial para el organismo", dice Benítez.

Este experto reconoce que se trata de "técnicas caras" por lo que su incorporación será lenta y vendrá condicionada por las exigencias normativas. En cualquier caso, añade que "en algunos sitios donde esta problemática existe de forma palpable empiezan a darse los primeros pasos para incorporar alguno de estos tratamientos". Es lo que ha sucedido, resalta, en Madrid, donde otro grupo de investigación de la Complutense ha realizado un estudio similar y "Canal de Isabel II ya se ha dirigido a ellos para ver cómo se podrían incorporar algunos de estos tratamientos".

Tras finalizar este proyecto, que ha sido financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, este mismo grupo de investigación inició el mes pasado otra iniciativa similar, pero con una línea de investigación "más amplia": cómo eliminar de las aguas los componentes químicos que hay en los geles, champús o pastas de dientes.