El temor es que ocurra durante el periodo de vacaciones, cuando vuelven a sus países de origen y entonces la familia lleva a cabo lo que ellos consideran una tradición pero que en realidad es una violación de los derechos humanos y una de las violencias más crueles contra la mujer. La práctica se concentra principalmente en 29 países de África y Oriente Medio, aunque se ejerce también en otros de América Latina y Asia. En España hay más de 18.000 niñas pueden sufrirla. En Extremadura no se puede hablar de cifras, más allá de casos concretos que se han detectado cuando una mujer inmigrante es atendida para dar a luz. Pero la alerta siempre existe.

Por eso ayer, coincidiendo con el Día Internacional de la Tolerancia cero, se creó en la región una Comisión de Seguimiento del Protocolo de Intervención en Mutilación Genital Femenina (MFG), el cual se puso en marcha el pasado año. El objetivo es concienciar, difundir información, prevenir y detectar, desde el ámbito educativo y sanitario, la también llamada ablación. «Es complicado hacer un seguimiento porque es un problema muy oculto que no sale a la luz hasta aparecer las primeras enfermedades asociadas», aseguró la directora general del Instituto de la Mujer de Extremadura (Imex), Elisa Barrientos, quien presidió esta reunión.

Casi 3 millones de niñas son sometidas a la mutilación genital femenina cada año en el mundo.