Los sindicatos del Comité de Empresa de Almaraz se equivocan cuando hace un mes pedían 20 años más de funcionamiento para la central nuclear y ahora parece que se conforman con 10, una vez divulgado el acuerdo entre Enresa y propietarias para prolongar 8 años más el funcionamiento de los dos reactores de Almaraz con el beneplácito del Gobierno estatal. Y en este «desvarío» de años arriba y abajo que les hace defender sus puestos de trabajo por fin reconocen que los 15 años de desmantelamiento sí son suficientes para crear empleos en la comarca y por tanto en la región, como así lo demuestra el informe de Enresa acerca del desmantelamiento de Vandellós.

Con este reconocimiento a una industria que en nada se parece a las habituales como así nos siguen recordando Fukushima, desde Adenex queremos seguir insistiendo que prolongar un diseño industrial puesto en entredicho es una temeridad y por tanto un desafío a las condiciones de prevención y seguridad precisas tanto para los trabajadores como la población concernida que también quieren seguir trabajando. ¿Se ha consultado a Portugal en este caso?

¿Por qué los trabajadores, despreciando la degradación de los sistemas así como los fallos humanos inherentes a una instalación interconectada compleja, no exigen medidas para prevenirlo? ¿ No será mejor pedir al negocio nuclear que invierta en energía limpia y en conservación cuando ya otros países lo están haciendo? (Suiza y Alemania por ejemplo). ¿Pretenden ignorar que precisamente el error de Fukushima fue no aceptar las medidas de precaución recomendadas después de Chernóbil?

Queremos destacar precisamente Fukushima a propósito de ciertos síntomas que se pueden encontrar en la central nuclear de Almaraz y que se deberían tener en cuenta: ¿No se contempla la rotura de la presa de Valdecañas debido a causas naturales o accidentales? Y tampoco se considera, dadas las experiencias internacionales, que los planes de evacuación pasen de los 10 Km actuales a los 80 km reconocidos.

Y se siguen sin tener en cuenta en Almaraz los fallos de diseño sin resolver. Por ejemplo:

Que reiteradamente, en caso de emergencia, no se disponga de generadores seguros y contrastados, así como de las bombas de agua de refrigeración, claves para el funcionamiento «normal» de la central y que en caso de ocurrir simultáneamente con algún fallo del reactor origine la fundición de este.

Que, una vez más los generadores de vapor, cambiados entre 1996 y 1997, aunque de nuevo diseño, siguen teniendo tubos afectados por corrosión intergranular y por tanto continúan degradándose y obligando a taponar fisuras hasta rozar el límite fijado por el CSN.

Que el fenómeno de corrosión, desconocido cuando se puso en marcha las centrales, es un nuevo factor tecnológico de difícil tratamiento y solución, y por tanto afecta a la naturaleza química del metal y puede aparecer tanto en las tapas de las vasijas, como en las penetraciones de las barras de control o en las operaciones de soldadura. Y lo más grave es que se desconocen las afecciones al núcleo del reactor así como parte del circuito primario por ser de difícil acceso y comprobación objetiva.

Alegamos que las centrales nucleares en su ciclo completo son también un obstáculo para las estrategias de cambio climático y de la economía verde y circular. Demandamos que un final nuclear ponga también caducidad a la extracción del uranio en países empobrecidos y a la amenaza de nuevas minas en la provincia de Badajoz sirviéndose, en este caso, de leyes franquistas de 1964 (Ley de Energía Nuclear) y de 1973 (Ley de Minas).