Llegan al Club Hípico Monfragüe de Cáceres alrededor de las cuatro y media de la tarde con la sonrisa en la boca. Saludan cariñosamente a su monitor de equitación, Ramiro Elviro, y van en busca de los caballos. Comienza para varios niños con autismo e hiperactividad de entre 8 y 16 años su tarde de ocio a lomos de un caballo y para sus padres una terapia al aire libre que, con algunos beneficios ya reconocidos y otros por demostrar, intenta mejorar la condición física, intelectual y emocional de estos chicos y chicas.

Mientras, para Andrés García es un día más de trabajo, que hace encantado. Es pedagogo y profesor de la Uex y coordina en Cáceres el proyecto de investigación en el que participan estos chavales, 64 en toda la región, puesto en marcha por la el grupo de Estrés Laboral, Psicopatologías y Bienestar Emocional (Grespe) de la Universidad de Extremadura. Un trabajo pionero porque busca la demostración científica de los beneficios que se le presuponen a la terapia ecuestre y la práctica de la equitación adaptada a los menores con trastornos del espectro autista y déficit de atención con hiperactividad. "Buscamos demostrar científicamente si montar a caballo es una actividad de ocio o una terapia para mejorar el bienestar emocional y la rehabilitación piscológica y social de estos chavales, puesto que solo es bien sabido los beneficios físicos y motores de la hipoterapia, que es incluso más favorable que terapias convencionales para rehabilitar algún tipo de patología en concreto", explica García.

Lo que sí está ya más que demostrado es que estos niños están avanzando a pasos agigantados como jinetes. "Estamos sorprendidos con el progreso, porque el primer día apenas querían acercarse al caballo y hoy la mayoría los controlan solos". Y es que además, acercarse las tardes de los lunes y sábados --trabajan en grupos de cuatro niños-- hasta el Club Hípico Mongragüe en Cáceres o los lunes y miércoles al Centro Ecuestre de los Hermanos Mugiros en Badajoz, los dos que colaboran con el trabajo de investigación, es una alegría y eso se nota en los rostros de los pequeños. "Estamos muy contentos porque a mi hijo le encanta venir a montar", comenta la madre de un niño con síndrome de Asperger --trastorno mental que forma parte del espectro de trastornos autísticos--. Tanto es así que "estamos pensando en seguir trayéndole cuando termine este proyecto", dice. El resto de los padres aseguran lo mismo. "Cada vez que viene aquí se pone muy contento", explica el padre de otro chaval con autismo.

La fase práctica del proyecto de la Uex, que consiguió la financiación de la Junta de Extremadura tras un concurso público por tres años, se viene desarrollando desde febrero hasta junio. Posteriormente se analizarán las variables medidas en los 32 chavales con autismo e hiperactividad que están cabalgando y en otros 32 que no lo están haciendo, que se presuponen favorables, pero hay que determinarlos, por eso ningún especialista aconseja estas terapias alternativas.

El simple contacto con el animal, que tiene una temperatura corporal de 38 grados, relaja los músculos y sirve de psicoterapia, pero además "el caballo solo con andar es como un fisioterapeuta". Sus impulsos rítmicos mejoran la coordinación y el equilibrio del joven al tiempo que fortalece la musculatura. Pero hay más sospechas hasta el momento. "Estamos viendo si puede mejorar la integración social de los chavales en sus colegios, puesto que es una actividad altamente motivadora que cuentan a sus compañeros; la comunicación y la autoestima, "al verse con posibilidad de manejar un animal con esa potencia es posible que repercuta en su propio aprecio", asegura el psicólogo que conforma el equipo del proyecto en Cáceres, Jesús Carlos Rubio, profesor también de la Uex. El autocontrol y la regulación de su propia conducta podrían sumarse a los beneficios de la terapia en el caso de los niños hiperactivos.

Es la primera vez que en España se realiza un trabajo de investigación tan controlado, con grupos de control y experimental y un amplio repertorio de variables, explica García. Su desarrollo es posible gracias también a la colaboración de numerosos voluntarios que participan especialmente en la fase práctica, profesionales de la psicología, la educación, la salud y la equitación y a la Federación Hípica Extremeña.