Esto sí que es el cuento del lobo y Caperucita. No hay en Extremadura quien con algo de luces se crea nada de lo que se nos anuncie sobre un tren de alta velocidad que nos conecte con Madrid, y de ahí podamos enlazar hacia las áreas prósperas de desarrollo español: Zaragoza, Barcelona, el Levante, País Vasco, Valladolid; también podríamos ir por cierto hasta el corazón de Galicia, que está aún más lejos y no figura en el núcleo del desarrollo español, oh maravilla de la factoría caciquil Rajoy-Ana Pastor, en la que también mandó una vez el socialista Pepiño (José) Blanco.

Y es que por casualidad o lo que sea, los mandamases del Ministerio de Fomento en los últimos tiempos han sido gallegos, como lo fue ese ministro de Fomento de Zapatero, Blanco, que nos prometió a los extremeños un intercambiador de ejes en Brazatortas (Ciudad Real) mediante el cual los trenes podrían usar entre Badajoz y esa localidad el ancho convencional español, y ahí estrechar el eje para usar las rápidas y confortables vías de alta velocidad hasta Madrid.

Pero como en el poema de Cervantes, fuese (el ministro de Fomento José Blanco) y no hubo nada.

Por eso cuando leo en agencias de noticias el comunicado del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF) de que antes de primavera, quizá en febrero de 2017 podríamos tener ya dos tramos de alta velocidad listos, Cáceres-Mérida-Badajoz, se hinchan las venas de indignación, pocas horas después de que el presidente de la Junta, Fernández Vara, haya dicho en Canal Extremadura que ya está bien de "choteo" con el AVE.

Un despacho de agencia, al que me refiero, que prácticamente ocultaba que se trata una nota de Adif, emitida de forma oportuna después de que Vara diera un cierto puñetazo sobre el tema en su discurso del Día de Extremadura.

Claro que el mutis por el foro no es exclusivo de Blanco, de Ana Pastor, la zamorana criada políticamente en Pontevedra a la sombra de Rajoy, ni de este último, porque hace seis meses presencié en el palacio de Congresos de Badajoz la firma del Pacto por el Ferrocarril en Extremadura, y volviendo al poema cervantino, nos fuimos (todos los que allí estábamos) y de nuevo no hubo nada, como machacona pero certeramente recuerda el sindicalista de CCOO Julián Carretero de vez en cuando.

Pero vamos, si no nos ponemos de acuerdo ni entre nosotros en reclamar una conexión ferroviaria moderna con el resto de España (los portugueses que hagan lo que quieran, están en su derecho, y en sus cuentas económicas); porque también se puede hacer electoralismo, más que política, con eso de que un AVE, si nos atenemos literalmente a los que circulan entre Madrid-Sevilla-Barcelona, es algo desproporcionado y fuera del alcance de los bolsillos de los extremeños; además de antiecológico, como otro argumento de rechazo.

Llamémoslo como sea, pensemos en Intercitys, Alvias, Altarias o como se llamen, huyamos de despilfarros, sí, hablemos mejor de tiempos de viaje (no más de tres horas y media entre Badajoz y Madrid o dos y media desde Cáceres), pero que menos que estemos de acuerdo en una base para exigir todos a una --tras eso que se ha publicado además del esfuerzo fiscal de cada españolito--, el fin de esta tomadura de pelo que lleva ya muchos años y de tal forma que llega a chirigota con logros semánticos como el "tren rápido", el de "altas prestaciones", y plazos de finalización que hablaban inicialmente de 2010.

Quizá esa prodigalidad de cubrir de AVEs la tierra gallega, y de paso ya lo ha acercado a Zamora la zamorana Ana Pastor, explique entre otros factores por qué Núñez Feijoo es muy probable que consiga para el Partido Popular una nueva mayoría absoluta en la cita del 25 de septiembre. Una comunidad, al menos en este aspecto, regada de millones, no puede ofrecer más que buenos frutos electorales; ¿se acuerdan, y no quiero asimilar personajes, de cuándo Gil barría en Marbella?

Al final el goteo económico llega a casi todos los hogares, vía empleo, vía empresas, suministros, servicios, y la urna lo agradece.

¿Será el probable victorioso Feijoo el caballo blanco que desatasque el embudo que supone Rajoy en Madrid para su partido? ¿Permitiría eso por fin un desbloqueo y una abstención táctica del Partido Socialista encomendado a Pedro Sánchez?

El patio de los colorados, los del PSOE, hace muchos meses, son ya años, que se ha convertido a escala estatal en un gallinero donde la cohesión de partido, la disciplina, la práctica de una responsabilidad colectiva, tiene más vías de agua que el Titanic.

Y en los últimos tiempos la gran responsable de este desgarre, que posiblemente sea una de las razones del desangre en votos, es la presidenta de la Junta de Andalucía y secretaria regional del partido Susana Díaz, cuyos cercanos llegaron a pensar en el Comité Federal del PSOE del pasado 9 de julio plantear una votación sobre la gestión de Pedro Sánchez, que podría haber desembocado en su dimisión/destitución en plenas vísperas del intento de investidura de Rajoy.

Una vez se resuelva la formación de Gobierno, la andaluza debe decidir de una vez si opta o no, con todas las de la ley, a la secretaría general de partido. Los socialistas no pueden sobrevivir con esa convulsión interna, y esta presión externa insoportable, privados por tanto de aportar al país la cuota que para la gobernabilidad y progreso siempre ha representado esta opción política e ideológica.