"Atpunta también el apellido de mi madre", me pidió Luis Araújo Arias , "en Alemania no es tan común escribir los dos apellidos, pero esto es para mi tierra". Con estas palabras terminaba una entrevista que había comenzado en el bar Anastasia, una cafetería que se promociona en su web mostrando vinos españoles, a pesar de encontrarse cerca de la confluencia de las calles Karl Marx Alle y Frankfurter Alle, en Berlín.

El lugar lo eligió Luis, que para algo lleva ya casi diez años en la capital germana. Nació en Talavera de la Reina pero se considera extremeño; concretamente, de Madrigal de la Vera, donde pasó su infancia y parte de la adolescencia. Recuerda el día exacto en el que pisó Berlín por primera vez: "el 19 de septiembre de 2001, a mi madre le entró mucho pánico porque fue unos días después del atentado de las Torres Gemelas". Tenía entonces 22 años y visitaba Berlín siguiendo a una Erasmus que había conocido mientras estudiaba Ingeniería Técnica Industrial en Toledo. En aquella ocasión permaneció en la ciudad solo una semana y su experiencia berlinesa se hubiera quedado en una mera anécdota si no fuera porque en 2004 regresó para quedarse. "Escribí mi proyecto final de carrera aquí --por Berlín-- y tras presentarlo en España me dieron una práctica aquí --de nuevo Berlín--, sin tener ni idea de alemán".

Desde entonces y hasta ahora ha ido acumulando historias de superación personal. "El alemán requiere sacrificio. Al principio no te enteras de nada y vas como un indio, yo tardé tres años en poder estar en una reunión dando resultados, pero si pretendes quedarte en Alemania, es una forma de respeto aprender el idioma". Aclara, sin embargo, que es posible vivir en Berlín hablando solamente en inglés o juntándose siempre con españoles. Pero también certifica que en ese caso la experiencia va a ser diferente. "Cuando tienes amigos alemanes empiezas a entender su cultura y su manera de pensar, y te das cuenta de que hay cosas que se pueden hacer de otra manera. Es entonces cuando los clichés se te van cayendo".

Luis está a punto de lanzar su propia empresa, Halbinsel, que significa "península" en alemán. Con ella pretende importar muebles de diseño desde España hasta Alemania. Antes de dar este paso, había trabajado toda su vida en el sector de las energías renovables, como ingeniero de ventas especializado en el mercado español. Ha vendido desde paneles de energía solar hasta tecnología para producir agua caliente y electricidad con biogas. Pero su valor añadido, ser español, ha terminado por convertirse en una rémora dentro de la coyuntura actual. La conjunción de la crisis y las decisiones políticas en materia de energías renovables --"en enero de 2012 el Gobierno decidió quitarle todos los apoyos a las renovables en España", puntualiza Luis-- provocó que la empresa en la que trabajaba pasara de facturar un 50 por ciento de su negocio en España (de un total de 800 millones) a arruinarse en 2010. "Mis ventas cayeron de un año para otro simplemente por las decisiones de políticos que están a 2.000 kilómetros de distancia de mí".

XEN 2008 INTENTOx volver a España, "pero las condiciones laborales que me ofrecían aquí no eran comparables con las de allí y decidí quedarme". En la actualidad, aunque todavía querría volver a nuestro país, sigue sin verlo posible. "Volveré cuando se cumplan los requisitos económicos para que yo pueda ser mi jefe". Se queda en Berlín, pero añorando su tierra. "Echo muchísimo de menos la Sierra de Gredos. Me gusta mucho la montaña y en Berlín no tenemos. También echo mucho de menos las fuentes, las calles pequeñas y las callejuelas de mi pueblo, la naturaleza de La Vera".

La cuenta del bar Anastasia demuestra que ya está bastante bien integrado en la cultura alemana: acompañó su café con la típica tarta que tanto gusta a los alemanes y que en España solo tomaríamos en fiestas de cumpleaños. Pero su despedida demuestra que se sigue sintiendo de aquí --y esta vez el "aquí" se refiere a nuestra tierra--: "hasta pronto, extremeño".

@nachourquijo