¿El objetivo? Dar algo de liquidez a pequeños negocios de comercio y hostelería de Badajoz para que no se queden sin ningún ingreso durante varios meses ¿La forma de conseguirlo? Vender bonos que se transformarán en consumiciones a medida que estos establecimientos vuelvan a abrir sus puertas. Este es, en resumen, el espíritu del proyecto ‘De Vecino a Vecino’ (www.devecinoavecino.es), que han puesto en marcha Alba Muñoz, profesional del marketing digital, y Beatriz Serrano, que es diseñadora web y gráfica. A través de su iniciativa se pueden comprar por anticipado, entre otros productos y servicios, una ronda de cervezas artesanales, una sesión de tinte y peinado, téculas méculas, varias noches en un alojamiento rural o reportajes fotográficos. Cuando el usuario los adquiere, recibe el vale en su correo electrónico y la empresa obtiene un ingreso que le ayudará a sobrellevar el periodo de confinamiento.

‘De Vecino a Vecino’ es un proyecto totalmente gratuito tanto para los empresarios como para los usuarios. «Lo que nosotros queremos sobre todo es dar un apoyo a las empresas que no están digitalizadas», detalla una de sus promotoras, Alba Muñoz, que apela a la necesidad de que en estos momentos los vecinos sean solidarios y echen una mano a los negocios más cercanos, los de barrio. Aunque ella y Beatriz Serrano se conocían previamente, cada una por su cuenta se había inscrito en La Red de Voluntariado ante el Coronavirus del Ayuntamiento de Badajoz. Hace tres semanas, inspiradas por iniciativas similares que se estaban desarrollan en otras ciudades españolas, decidieron crear esta, asumiendo el coste de la gestión de la web. Comenzó a funcionar la pasada semana, con media decena de negocios. Además, hay otros diez que les han facilitado sus datos (algo que puede hacerse a través del correo info@devecinoavecino.es) con la idea de sumarse próximamente.

Mónica David dirige un centro de belleza en la calle Arturo Barea, en la barriada pacense de Valdepasillas. El suyo ha sido uno de los primeros negocios en participar en la plataforma. Ofrece dos ‘packs’, uno de color del cabello y peinado con tratamiento de hidratación y otro de manicura permanente. «Es lo que más se suele vender», cuenta. Con la suspensión de la actividad tuvo que hacer un erte para sus dos empleadas. En principio, si bien las peluquerías podrán atender ya desde la semana próxima, Mónica aún no sabe si ella abrirá las puertas de su salón, ya que está a la espera de ver qué medidas de seguridad son las que se le exigen. «Tengo clientas que están deseando que les diga qué día abro para poderme pedir cita», destaca. Ella les ha aconsejado sobre todo paciencia, que aguanten sin echarse «tintes de supermercado porque no son iguales, agreden mucho el cabello, y después a la hora de tratarlo nosotros nos va a costar mucho más. Y que tampoco se corten el pelo, porque se hacen verdaderos estropicios».

No obstante, reconoce que tiene dudas tanto por cómo afectarán las medidas de seguridad que tendrán que adoptar a la rentabilidad del negocio —«Si tienes que ir de uno en uno, vamos a generar mucho menos», incide—, como por el impacto que tendrá la pérdida de poder adquisitivo de muchos trabajadores en los niveles de afluencia a las peluquerías y centros de estética.

«Se trata de llegar sobre todo a los clientes de La Ballutería para que digan, ‘mira, vamos a comprar cuatro medias pintas y en cuanto abran nos las bebemos’, para que también nos puedan echar un cable en estos momentos», remarca Juan Manuel Zapata, uno de los socios de La Ballutería, una cervecería y tapería en la Molineta, que ofrece una ronda de 4 cervezas Gavilán para disfrutarlas cuando la apertura de estos establecimientos sea posible. En la primera semana ha comercializado una quincena de bonos. Dinero que estos clientes anticipan para ayudar a «poder pagar el IVA, la cuota de autónomos o los seguros sociales que hemos pagado en marzo», detalla. «Toda la liquidez que tengas ahora, bien te viene. Cualquier negocio que esté cerrado en estos momentos tiene cabida aquí», apostilla.

En cuanto a cuándo podrán volver a tener actividad los locales de hostelería, Zapata tiene claro que «no quiero abrir si las autoridades no dan la tranquilidad de que esto está muy controlado y de que las medidas que hay que tomar son efectivas». También hace hincapié en que desde el ayuntamiento se debería ser «flexible»con la instalación de las terrazas. En este sentido esgrime que de cara al verano, incluso pudiendo explotar solo los veladores, «necesitaría como mínimo a los seis trabajadores que suelo tener, pero eso debe llevar aparejado que la gente pueda venir con total seguridad», remacha.