"Mi padre lo ha pasado realmente mal" reconoce Borja Ramajo cuando se le pregunta como han sido estos años para su familia. Y es que a lo que psicológicamente le supuso vivir aquella "terrible experiencia", se suman en el caso de su padre unas secuelas que le incapacitan para ciertos trabajos.

La familia reside en Madrid y allí regresaba de ver a sus hijos, que viven en Cáceres, cuando se produjo el accidente. Se rompió la clavícula y la escápula, "y como consecuencia de ello tiene movilidad reducida en el brazo, lo que los médicos le han dicho que será para siempre". Aunque no está incapacitado para trabajar, señala Borja, "sí lo está para ciertos trabajos, como para el que él realizaba entonces limpiando cristales, que lo tuvo que dejar para pasar a una oficina".