"Ser extremeño no es un mérito, es una fatalidad", aseguraba Javier Cercas en una entrevista a este diario, en la que confesaba que si no se hubiera marchado a Cataluña con su familia probablemente "habría sido más feliz pero nunca escritor". Cercas se fue de su localidad natal, Ibahernando, cuando tenía cuatro años, en 1966, ahora vive en Gerona con su mujer y su hijo y sabe que regresar a Extremadura es "imposible", aunque necesita de esta tierra, porque asegura echar de menos a la gente, los olores, los sabores y el paisaje.

La concesión de la Medalla de Extremadura le hace "muy feliz" porque significa "que aquí la gente me aprecia y se agradece muchísimo", aunque sostiene que Luis Landero --el otro escritor galardonado-- "se la merece mucho más".

Publicó su primer relato en 1987 y catorce años después alcanzó el reconocimiento internacional con Soldados de Salamina , un libro que ha sido llevado al cine y que ha obtenido numerosos galardones y elogios.

Pero no se ha quedado ahí, porque Cercas necesita seguir escribiendo. "Lo más peligroso que me puede ocurrir en mi vida es no escribir". Su mayor deseo: "Escribir la novela más divertida del mundo".