Nostalgia, por su infancia. Anhelo por su tierra, la Extremadura de bajas casas blancas donde nació, se crió y de la que tuvo que huir por la Guerra Civil. Rabia, por las miserias del conflicto bélico, por el duro exilio en Francia o por el alistamiento forzoso en el ejército galo en la II Guerra Mundial. Pero también orgullo, el que le llevó a afiliarse al PSOE y UGT con 18 años y que ahora, recién cumplidos los 100, le sitúan como el militante más veterano del partido. Juan Durán Cerrato es hoy historia viva del socialismo español. El martes cumplió un siglo de vida y hoy autoridades extremeñas y francesas, amigos, vecinos y familiares le homenajean en la localidad gala de Beziers, donde reside.

Nacido y criado en Valverde de Llerena (24-3-1910), su infancia transcurrió en el seno de un humilde familia dedicada a la agricultura y la venta ambulante. "El, como la mayoría de la gente pobre --explica su hijo Floreal--, no pudo asistir a la escuela. Pero sus padres lo mandaban, unas noches sí y otras no, a aprender a leer y escribir". "No soy ninguna eminencia, pero de lo que sé, le debo mucho a los que sabían menos que yo", asiente el propio Juan, que conserva la lucidez mental, aunque el tiempo le ha restado visión y fortaleza física.

Las ideas socialistas arraigaron pronto en su pensamiento político, seguramente influido por su familia --todos del PSOE, "como la mayoría" de los valverdeños de la época--. "En las elecciones siempre ganaba la izquierda", recuerda. Comenzó a militar en el PSOE y UGT apenas cumplida la mayoría de edad y en 1928 fue designado responsable de propaganda de Juventudes Socialista: él era el encargado de repartir el periódico de la organización, Renovación .

La Guerra Civil lo cambió todo. La tarde del 27 de septiembre de 1936 las tropas franquistas entraron en Valverde y prácticamente todos los vecinos abandonaron el pueblo. La mayoría huyeron hacia Castuera y Cabeza del Buey; muchos se quedaron en Siruela. La familia de Juan se marchó a Ciudad Real. Allí, él se integró en una brigada de milicianos extremeños, andaluces y manchegos, todos de Juventudes Socialistas y Juventudes Anarcosindicalistas de la CNT. Enrolado como sargento en la Segunda Brigada Mixta, combatió en los frentes de Añover de Tajo y La Marañosa (Ciudad Real), antes de ser trasladado a Madrid para ocupar posiciones en la Ciudad Universitaria y el Hospital Clínico. Resultó herido, pasó un año hospitalizado y tuvieron que extirparle un riñón antes de que lo mandarán a la retaguardia, primero en Lérida y luego en Manresa.

En el frente del Ebro luchó en Granadella, Sitges y Barcelona, viviendo los peores momentos de la resistencia republicana. Ante el avance de las tropas franquistas, fue uno de los 600.000 exiliados que cruzaron la frontera francesa. Su destino, el campo de refugiados de Argeles sur Mer. "Allí no había nada, solo un cerco de alambrada y nada que comer", relata ante su hijo Florial. "Los supervivientes tenían los días contados. Muchos morían. Sacábamos una gran cantidad de muertos y los enterrábamos en un hoyo, dejándolos como perros. Fue el cruel destino de centenares de españoles", recuerda.

Reclutamiento forzoso

De Argeles fue trasladado a Baccarès, desde donde estuvo a punto de viajar a México. Pero el traslado se frustró y volvió a las barracas poco antes de que se declarará la guerra entre Francia y Alemania, el 3 de septiembre de 1939. Poco después los gendarmes le sacaron del campo de refugiados y le dieron a elegir entre ir "al ejército o a España". Lo primero suponía volver a la guerra, para defender la causa francesa; lo segundo, su entrega directa a las autoridades franquistas.

Durante la Segunda Guerra Mundial combatió en Lyon y firmado el armisticio, fue destinado a Capdenac Gare, en el departamento de Aveyron. "Residíamos en el cuartel del pueblo, pero nos mandaban a trabajar a las fincas para reemplazar a los heridos, los muertos y los desaparecidos", relata. En esa zona, de gran tradición minera, se crearon agrupaciones clandestinas del PSOE y la UGT. En ambos casos su implicación fue total.

Acabada la guerra, Juan se instaló en el pueblo de Beziers. Allí ha desarrollado su vida, como obrero agrícola y de obras públicas. Allí han crecido sus hijos, Josefina y Floreal, fruto de su matrimonio con Josefa Martín, hija de un guardabarreras de ferrocarril de Valverde de Llerena. Y allí ha desempeñado distintos cargos del PSOE y UGT a nivel local. "Nunca ha dejado el partido. En cada campaña electoral, antes del golpe militar y con la democracia, siempre ha hecho campaña y pide el voto para los socialistas", explica su primogénito.

Para el homenaje de hoy, su hijo ha organizado un espectáculo teatral titulado Entre rabia y nostalgia , basado en los sentimientos de nostalgia, rabia y orgullo que Juan ha reflejado en 80 poemas biográficos. La obra se estrena en Beziers, pero pretenden representarla en Extremadura este verano. "Con la muerte de Franco, decidió quedarse aquí porque es donde ha hecho casi toda su vida. Pero nunca ha dejado de visitar su tierra", apunta Floriel. La última vez fue en el 2004. "Físicamente ya no puede viajar, pero añora mucho su Extremadura", agrega.