El despacho, el estudio, las habitaciones, los rincones de la casa de José Manuel Cabra de Luna están llenos de obras gráficas (grabados, serigrafías, xilografías...) de algunos de los artistas clave del siglo XX. Calder, Vasarely, Jasper Johns, Bourgeois...

Cada vez que ha tenido que moverlas, y no han sido demasiadas, ha tenido que desmantelar el paisaje habitual que le rodea. No tiene almacén ni depósito. Cuelgan ahí las obras en su elemento natural, una pared, o se apilan en un rincón. Esta semana han viajado de Málaga a Badajoz quizá por última vez, al menos en el volumen (unas 80) en que se mostrarán desde esta tarde en el Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo.

Esta exposición, Hablemos de la estampa , es el retrato de su propietario, un abogado de un bufete mediano de prestigio en la ciudad de Málaga, profesor de universidad, crítico de arte, poeta, artista él mismo, que dedica lo que puede de su economía a adquirir obras de arte.

COMPRADO A PLAZOS Su colección de más de cien piezas se mueve entre el rigor y la asequibilidad. "Si hubiera comprado cuadros, tendría muy pocos y los habría comprado a plazos. La obra seriada me permitía hacerme con artistas importantes, así que ahí vi la posibilidad de emprender una colección", explica Cabra de Luna.

La muestra se ha organizado en colaboración con la Asociación de Amigos del MEIAC. Recorre la segunda mitad del siglo XX y principios del siglo XXI y ha sido exhibida anteriormente (con un 30% menos de obra) en Granada, Valladolid y Galicia.

Contemplar creaciones de Le Corbusier, Jasper Johns, Stella, Mangold, Vasarely, Lewitt, Partenheimer, Kelly, Judd, Albers, Delaunay y Leon Polk Smith permite asimilar un panorama completo del arte de ese periodo, cuya riqueza, por la calidad de sus autores, sería imposible mostrar si se hubiera tratado de pinturas, declara el director de la Fundación Rodríguez Acosta, de Granada, José María Luna Aguilar, y comisario de la muestra. Esta institución, que ha colaborado con el MEIAC de Badajoz en algunas exposiciones, organizó en el 2006 la primera exposición de los fondos del coleccionista malagueño.

GRAN LIBERTAD La obra exhibida en el MEIAC "es una extensión de la producción artística de estos autores, que muestran la gran libertad y dan prueba de por donde han evolucionado", dice Luna Aguilar.

La colección de José Manuel Cabra de Luna, que incluye también nombres españoles como Tàpies, Chillida, José Manuel Broto, Hernández Mompó o Miró, se formó "desde la pasión y desde el rigor", con una idea clara del tipo de piezas que quería.

"Las obras que compro, en general, se definen por ser obras sencillas, simples, de carácter plano, que dé la idea de que la pintura tiene dos dimensiones, con una línea de tipo minimalista y escueta", explica el coleccionista, cuya vida ha estado desde temprana edad relacionada con el arte. "Soy un apasionado del arte. Me atrae encontrar otra dimensión de las cosas a través de él". El propio De Luna es grabador y ha expuesto en numerosas ocasiones.

Su colección se ha incrementado en 35 obras desde el 2006, según el director de la Fundación Rodríguez Acosta, y es un reflejo del devenir del coleccionismo andaluz. Incipiente como en Extremadura; pero también desconocido.

En general, los coleccionistas se muestran opacos. No quieren publicidad de su colección ni la muestran al público. En esto Luna parece una excepción, aunque el director de la fundación granadina también lo subraya. "El no quiere publicidad; pero lo cierto es que no hay colección como esta en España. Es un enamorado de la cultura y su difusión, así que le pusimos en un compromiso para poder mostrar sus fondos". "Yo no soy esquivo, pero sí discreto y no me gusta exhibirme. Aún así muestro mi colecciónmuestro mi colección", afirma el coleccionista malagueño, que ha asediado durante años algunas de sus obras hasta que las ha conseguido, por ejemplo, una xilografía del artista norteamericano Sean Scully, "de una calidad magnífica", que compró después de 17 años. O una "pequeña obrita" de la estadounidense Agnes Martin, que pudo adquirir al cabo de 10 años.

Así su colección ha ido creciendo al ritmo de su propia vida, al de los "momentos de tristeza y alegría". O a los de las vacaciones.

La compra de Composición azul, verde y roja (1967), un grabado al aguatinta de Serge Poliakoff, "un autor poco visto en España", según Luna, le costó las vacaciones a la familia del coleccionista. "Lo he dicho otras veces: no soy Thyssen o Abelló; pero he hecho algunos sacrificios, y si me privé de esas vacaciones mi familia lo entendió en su momento".

En su casa, él es el comisario de su propia colección, y así cambia de lugar las piezas o las sustituye por otras según su estado de ánimo, o elige algunas para el dormitorio si su madre duerme algún día en la casa. "Es una forma de darme cuenta de que estas obras están vivas".