Calcula que ha tratado a entre 10.000 y 12.000 extremeños adictos al alcohol, «la madre de todas las adicciones», desde que en 1983 se ‘enganchó’ a esta profesión. Adolfo Álvarez Villarino (Zafra, 1955) es médico de Atención Primaria y especialista en adicciones y desde 1987 ocupa una plaza de médico alcohólogo en el Centro de Atención de Conductas Adictivas (Cedex) de Don Benito. En todo este tiempo, esta adicción ha cambiado mucho. Ha variado el consumidor, su edad, su forma de beber y hasta el nombre con el que se conoce a esta enfermedad declarada como tal por la OMS en 1955: «ya no se habla de alcoholismo, sino de trastorno por consumo de alcohol». Pero lo que no ha cambiado es el problema. «El alcohol sigue siendo el protagonista auténtico de las adicciones. En el 90% de ellas el tronco siempre es el alcohol, luego pueden salir muchas ramas, pero ninguna tan gruesa». Advierte que solo el alcohol y el tabaco matan cada año a más de 50.000 personas en España, «una ciudad como Mérida desaparece cada año». En esta época festiva, en la que no suele faltar en la mesa vino, cerveza o cava, anima a ser especialmente prudente. «Como pasa con el covid, con el alcohol el riesgo cero tampoco existe. Mi mensaje es siempre la mitad de la mitad de la mitad».

-Dicen los expertos que está creciendo el consumo. ¿Alienta más a beber la situación actual de crisis e incertidumbre?

-El alcohol siempre está ahí en todas las situaciones. Es como el aceite en la cocina, que se utiliza para casi todo. Ahora con las restricciones, confinamientos y toques de queda lo que se está notando es que se bebe con una avidez importante, lo que llamamos atracones. Como a las 12 hay que estar en casa y lo bares se cierran antes, se bebe con mucha rapidez, no da tiempo que a nivel metabólico se queme el alcohol y estamos viendo unas intoxicaciones bárbaras. Quizás ahora se está poniendo de manifiesto antes de tiempo algunas conductas adictivas con respecto al alcohol y otras sustancias porque se ve esa forma rápida de beber o ese vaso que no sueltas de la mano.

-¿Es más peligroso el consumo en soledad en casa o el social en la calle?

-El consumo doméstico y clandestino sigue existiendo, pero lo que da más problemas es el alcohol que sale fuera. Puede dar lugar a peleas, accidentes... Lo que se ve en la calle es una auténtica desgracia. El alcohol no está hecho para beberlo solo, es para compartir, para un momento de ocio, una tertulia y para tomarlo de forma sosegada. Si eso es así, puede ser positivo y saludable porque somos animales sociales y no podemos eliminar de un plumazo. Pero si se bebe en soledad, malo, porque se está utilizando como un fármaco, como una sustancia. Es la técnica de la automedicación y se da mucho en la mujer. Una paciente de 31 años me decía el otro día que si no bebe varias cervezas por la noche no duerme.

-¿Le llegan ahora más mujeres?

-Después de muchísimos años hemos conseguido que de los seis grupos de terapia semanales que llevo, con más de 300 personas, en algunos haya paridad con mitad de hombre y mitad de mujeres.

-¿Y más jóvenes?

La edad va bajando. Más de un tercio de los grupos de terapia son jóvenes de 25 a 35 años.

-¿Abusa la sociedad del alcohol?

-Sí, se abusa muchísimo y en estas fechas más todavía, porque incluso el que no bebe nunca lo suele hacer en estos días y el que bebe habitualmente, ahora se pasa. Nosotros queremos llamar la atención en que tiene que haber un límite: más de 4 o 5 consumiciones por día, 2 o 3 en la mujer, ya es un límite de riesgo, ya es una intoxicación importante.

-¿Por qué es la sociedad tan permisiva con el alcohol?

-Porque no lo ve como una droga. Todo el mundo sabe que la nicotina engancha o qué es la cocaína, pero el alcohol es una sustancia bastante complicada porque se bebe plácidamente de una forma normativa. El quid de la cuestión es que unas personas beban como algo lúdico y otras como una droga. Esa es la frontera que tenemos que explicar bien y que ocurre solo en el alcohol.

-¿Y dónde está para usted esa frontera? ¿Cuándo podemos hablar de enfermedad?

-Es complicado determinar porque hay muchas definiciones académicas de lo que es un alcohólico. Tirando del sentido práctico, cuando el alcohol te origina problemas de cualquier índole y a pesar de eso sigues bebiendo, ya estamos hablando de una adicción. Y hablamos de cualquier tipo de problema: orgánico, laboral, familiar, económico... Otra cosa son luego las cantidades de alcohol. Pero una cosa es ser bebedor de riesgo y otra cosa es la adicción en sí. El alcohol forma parte de nuestra cultura y realmente es muy difícil poner una frontera entre lo que puede considerarse normal y un problema. He tenido pacientes que nunca se han emborrachado en su vida y su familia, cuando les digo que es alcohólico, se llevan las manos a la cabeza. No se habrá emborrachado nunca, pero durante mucho tiempo ha hecho un consumo de riesgo. Y eso pasa factura.

-O sea, se puede ser alcohólico sin haberse emborrachado nunca.

-Claro. Hay alcohólicos que no se han emborrachado nunca pero han consumido durante muchos años prácticamente a diario 100 o 200 gramos de alcohol, una bestialidad. Y luego también está el perfil que vemos más ahora en la juventud: personas que beben esporádicamente fines de semana o de ocasión en ocasión, pero que cuando empiezan a beber no pueden parar de beber. Esas últimas cinco palabras las reúnen muchos jóvenes. ‘Cuando se me calienta la boca no paro, no veo el fin’, dicen.

-¿De qué depende ser adicto?

-Grosso modo, se pueden establecer tres troncos de pacientes. El alcohólico social que se hace alcohólico por el uso y la frecuencia durante muchos años, que bebe socialmente y llega un día en el que no sabe salir sin beber. Luego está el alcohólico psicológico, que ya tiene un trasfondo más personal, porque suele ser una persona tímida o introvertida, que tiene dificultad de relacionarse y que ha descubierto que con esas dos o tres copas es mucho más ameno, hace amigos, se relaciona mejor con los demás. Y por último está el bebedor psiquiátrico, que tiene una patología de fondo psiquiátrica: ansiedad, depresión, trastornos de personalidad... y ha descubierto que esos problemas se le quitan con el alcohol.

-¿Cuál es el que más se repite?

-Hoy en día los jóvenes que nos están llegando tienen patología psicológica de fondo. Sobre todo estamos viendo muchos trastornos límite de la personalidad, agresividad, alteraciones de conducta... Personas que tienen ese fondo de trastorno de personalidad tipo narcisista, límite, borderline, que luego bajo los efectos del alcohol ya consumen otro tipo de sustancias adictivas tipo cocaína o cannabis.

-¿Son muchos los que tienen una segunda o tercera adicción?

-Esto va cambiando mucho, pero entre las nuevas quintas que nos llegan ahora más de la mitad tienen problemas de adicciones ilegales. Si conseguimos que ellos entiendan que el alcohol es el responsable de que se acerquen a otras sustancias y empiezan en un grupo de terapia, el pronóstico es mucho mejor, ya que si se centra a nivel alcohológico los beneficios son más altos. Muchos han matado dos pájaros de un tiro por los grupos de terapia.

-El mensaje, por tanto, es positivo: tiene cura.

-De todas, todas. Es una patología grave que daña todo, la salud física, la vida laboral, familiar, la economía pero el porcentaje de recuperación es muy alto. Igual que es una enfermedad muy destructiva, es también altamente agradecida al tratamiento, trabajamos con toda la familia y el beneficio es rápido. En el tratamiento de las adicciones primero hay que hacer una desintoxicación física, después viene una deshabituación y la rehabilitación psicosocial para que haya una reinserción social plena. Se trata, en definitiva, de aprender a vivir sin alcohol, que puedan ser felices sin tener que mirar siempre a las manos de los demás porque beben y ellos no.

-Desde que empezó a tratar el alcoholismo, ¿ha cambiado el consumo?

-Sí, ha cambiado mucho el perfil de las personas. Actualmente son más pacientes jóvenes que beben de forma impulsiva compulsiva y que luego ya, bajo los efectos del alcohol, un porcentaje importante de ellos se acercan a otras sustancias ilegales. En los 80, cuando yo empecé, los pacientes alcohólicos tenían una edad superior y un hábito regular, bebían prácticamente a diario durante casi toda su vida y se veían más trastornos orgánicos y patológicos, pancreáticos, hepáticos o cerebrales. Ahora vemos más trastornos de conducta, de personalidad... y afectan de puertas a fuera con alteraciones del orden público, agresiones, conducción temeraria...

-¿Usted bebe alcohol?

-A mis pacientes le digo que bebo poco y bueno, sino no bebo. Siempre he sido muy prudente y cauto porque en mi familia ha habido problemas con el alcohol y he tenido mucho miedo.