Se acerca la medianoche. Desde hace horas cientos de personas colapsan el entorno de Santa María para ver la salida del Cristo Negro. Tras las puertas cerradas de la concatedral los penitentes de la que es sin duda una de las cofradías más singulares de Cáceres esperan la llamada que dará la salida.

Tras proclamar su mayordomo: "¡Que salga la hermandad del Cristo Negro! Dios lo quiere así", los penitentes, con hábitos benedictinos y cíngulos de esparto prendidos a la cintura, comienzan a traspasar las puertas del templo. Se hace el silencio y la imagen del Cristo Negro se hace presente.

Arropado por la única luz de dos hachones, de estreno este año; el simple acompañamiento de un timbal y una esquila; y el recogimiento de sus 59 penitentes --miles esperan para serlo, pero es difícil al fijar sus estatutos 59 como número máximo--, inicia su recorrido por las calles del Casco Antiguo, como cada año completamente llenas. En todo su recorrido, la sobrecogedora imagen en madera negra de este crucificado del medievo, que mezcla historia y leyenda, volvería un año más a silenciar a los miles de cacereños y turistas que colapsaron todo su recorrido por el recinto intramuros.

GRAN DEVOCION También llenó horas antes el centro cacereño, en este caso el extramuros, la que es otra de las procesiones más arraigadas en la capital cacereña, la que porta los pasos de dos devociones de primer orden en la ciudad: la Virgen de la Esperanza y el Cristo de la Buena Muerte.

En torno a 500 cofrades acompañaron en su habitual recorrido a los dos pasos titulares: la "esplendorosa" Esperanza, con su manto de la casa hispalense de Palacio Arróñiz y su espectacular corona, en su trono de orfebrería en alpaca plateada del taller sevillano de Manuel Román Seco (1960); y el Cristo de la Buena Muerte, un crucificado anónimo del siglo XVII.

Y alejada del centro, ya anochecido, hacía su salida el Humilladero, hermandad del siglo XVI. A las once de la noche el Cristo de la Preciosa Sangre, una bella imagen de 1970, acompañada por unos 150 hermanos y alrededor de 300 vecinos, dejaba el templo del Buen Pastor para recorrer hasta la medianoche las calles de las barriadas del sur de la ciudad.

La Cofradía del Espíritu Santo, el Santísimo Cristo del Humilladero y la Virgen María Corredentora volvía a ser representativa en Cáceres de una Semana Santa íntima, devota y participativa, donde los fieles, junto a los hermanos y realizando estación de penitencia, acompañan en todo momento a su imagen.