El debate sobre el estado de la región que se cerró ayer será probablemente recordado como uno de los más largos y densos, pero también uno de los más aburridos. Aunque por momentos parecía que era el propio expresidente Juan Carlos Rodríguez Ibarra el que se subía a la tribuna en lugar de José Antonio Monago, el tono cordial y las buenas intenciones que estuvieron presentes durante toda la mañana solo se rompieron por la tarde: el cansancio apremiaba a sus señorías y la intervención vespertina de los portavoces de los grupos parlamentarios del PSOE y el PP para defender sus propuestas de resolución no ayudó demasiado.

Mientras el presidente de la Junta, José Antonio Monago, se esforzaba en recordar la mala situación en la que se encontró las cuentas públicas y el daño de la gestión socialista, el líder de la oposición, Guillermo Fernández Vara, le recriminaba que de los más de 180.000 parados extremeños, 70.000 se han perdido su empleo en los últimos dos años. Y parece que la culpa arrecia porque por las consecuencias que el brutal recorte del gasto han tenido en la economía y el mercado laboral, Vara incluso llegó a decir que tal vez fue "un error" reformar la Constitución para incluir el objetivo de déficit sin consultar antes a los ciudadanos. "No", le corrigió Monago. "No habrá estabilidad social sin estabilidad en las cuentas públicas".

Y eso fue todo, a excepción del revuelo de última hora en el que Fernando Manzano tuvo que llamar la atención a sus señorías en varias ocasiones. Porque ocho horas de debate dan para tanto que hasta al propio presidente se le olvidó, después de un receso de cinco minutos que se convirtieron en 15 para organizar las votaciones, que las 70 propuestas de resolución que presentaba el PP, que recogían además las medidas estrella que planteó Monago, también debían someterse al escrutinio de los diputados.