Amenos de un mes para el inicio oficial de la temporada de caza menor (el 12 de octubre según la orden de vedas) se da por seguro que la mayoría de los cotos y sociedades locales se verán obligados a acortar las jornadas hábiles por la mala situación que atraviesan las principales especies. Los problemas radican en que las poblaciones de conejo no se acaban de recuperar, la situación de la liebre se ha complicado desde hace dos años por la irrupción de la mixomatosis y, junto a eso, la sequía no he permitido a la perdiz criar con normalidad este año.

«La situación de las especies obligará este año a dejar de cazar en muchos cotos, abriendo la temporada más tarde y cerrándola antes», aventuró ayer el presidente de la Federación Extremeña de Caza, José María Gallardo en la presentación del tercer informe anual de la caza.

Desde hace varios años, la Federación Extremeña de Caza viene señalando las dificultades atraviesa la actividad y especialmente la fauna menor en la región y los datos de su último informe, corroboran el declive a partir del número de capturas.

En ese informe se califica de «catastrófica» la situación de la liebre y se hace referencia a la «absoluta preocupación» por la situación del conejo «que agudiza su crisis año a año». Como ejemplo, en la provincia de Badajoz, han caído un 75% a cifra de conejos abatidos en los seis últimos años y en la de Cáceres, desde hace al menos tres temporadas se cazan más ciervos. En cuanto a la liebre, según ese informe, las capturas han descendido un 30% en la región desde el 2015 y aunque las de perdiz aumentan, lo hacen especialmente por las sueltas de inmediato abatimiento que se llevan a cabo.

«La caza es una herramienta imprescindible para la gestión de los ecosistemas y a pesar de mantenerse un flujo económico similar (el impacto económico del sector se cifra en torno a los 380 millones por temporada), nos preocupa la situación de la caza menor, porque el problema es ya estructural y escapa a la gestión cinegética que se haga de los cotos», afirmó ayer José María Gallardo que situó la recuperación de estas especies y la estabilización de la actividad como uno de los retos que debe abordar el sector y apeló para ello tanto a la colaboración de los cazadores (en cuanto a la gestión), como a la implicación de la administración para abordar soluciones como el Plan Estratégico de la Caza. Junto a eso, reclamó además el apoyo de la investigación: «Extremadura no tiene herramientas en marcha ahora para abordar el problema y sería necesario que se abordara también desde la investigación, que se creen grupos de investigación en la UEx y en Cicytex que permitan impulsar estudios y abordar soluciones», añadió.

Menos monterías / La situación no es preocupante por el momento en el caso de la caza mayor (la temporada arranca el 6 de octubre), aunque los datos del último informe ponen de manifiesto cierto estancamiento porque, según destaca el documento, en la pasada temporada el número de monterías que se organizaron (la actividad estrella de la caza mayor) se redujo por primera vez en los últimos cinco años: frente a las 1.465 que se habían llevado a cabo en al temporada anterior, el año pasado se programaron 1.423 (-42). Desde la federación, en todo caso, toman el dato con cautela por el momento. «Habrá que ver qué sucede en los próximos años para ver si se trata o no de algo puntual», señaló el director del estudio.

En la presentación del informe (de casi 200 páginas) participó también la presidenta del Consejo Económico y Social de Extremadura, Mercedes Vaquera, que planteó que la caza se incluya en todos los estudios que se realicen sobre las políticas económicas, sociales y culturales de la región, y que se trabaje para «explotar y mejorar estos recursos». Además puso en valor «el impacto socioeconómico de la actividad» (solo en tasas, el año pasado fueron seis millones de euros) y situó la actividad cinegética como «la mejor alternativa a muchos de los cambios que están sucediendo», principalmente por su potencial en la lucha contra la despoblación, la atracción de turismo y la generación de riqueza en entornos rurales.