El Papa estuvo ayer en Navalmoral de la Mata, pero el "papa-móvil" era un coche de época y su séquito estaba integrado por curas y monjas de distintas congregaciones que, en lugar de rezar, bailaban a ritmo de cumbia con Carlos Baute.

La transgresión, el desorden y la crítica más mordaz cargada de humor e ironía se dieron cita en el desfile del domingo de carnaval, el más participativo de los últimos años, pero también el más visto, gracias a una jornada casi primaveral que elevó a 60.000 personas el número de visitantes, según la Policía Local.

Desfilaron 29 carrozas y comparas, incluyendo las oficiales, y hubo de todo: aviadores, zíngaros, soldaditos de plomo, indios y guerreros de distintas tribus. Salieron a la calle palmeras reivindicativas que pedían más zonas verdes, ángeles que hacían buenas migas con demonios y personajes sacados del cuento de La Sirenita de Walt Disney. El público que presenció el desfile pasaba en cuestión de minutos de una época a otra, de un continente a otro: del medioevo a la "belle epoque" y del frío del Polo Norte al templado clima del Far West. Todo en un espectáculo lleno de color que se desarrolló durante más de dos horas y media de duración.

Las carrozas fueron vistosas; la Peña Torremocha presentó una gran tarta de fresa con una botella de cava para festejar sus 15 años; Faratabailes desfiló con un gigantesco caracol en el país de los gnomos y Arco Iris impresionó con un bien acabado castillo medieval. El número de componentes varió sustancialmente, desde los apenas 15 integrantes de Torremocha hasta los 85 de la Peña Vértigo.

El desfile del Carnaval de Navalmoral no defraudó, si bien es necesario que algunas peñas aprendan a compatibilizar diversión con elegancia y a comprender que no se puede salir a la calle con un whisky en la mano salvo cuando el disfraz acompañe. Las composiciones musicales propias, aunque sean de charanga, quedaron eclipsadas por miles de watios y repetitivas canciones de rabiosa actualidad. En este carnaval hecho por el pueblo y protagonizado por anónimos vecinos, la mayoría desfila, pero todavía hay quien simplemente pasea.