Uno de los éxitos del teatro español de los últimos diez años ha sido El florido pensil , que conoció una versión cinematográfica en el 2002. Esta incursión en la educación bajo el franquismo la estrenó en 1996 la compañía vasca Tanttaka y hoy siguen pidiéndola los programadores. Es lo que han hecho la sala Trajano de Mérida para festejar el Día Mundial del Teatro, que se ha celebrado esta semana, y el Gran Teatro de Cáceres. En escena, un grupo de muchachos (interpretados por adultos) sometidos a la educación católica y represiva de la España de la posguerra. Un niño bien, un chico que procede del mundo rural, otro emigrante, uno burgués y uno proletario deambulan por diversos escenarios: la escuela, pero también, el cine de barrio o la iglesia.