La segunda sesión de investidura ha resultado, de forma sorprendente, más interesante y reveladora que la primera. Lo que normalmente es una aburrida segunda vuelta con repetición desganada de argumentos, ganas colectivas de que todo termine cuanto antes, y calco mimético de resultados, nos trajo el divorcio público entre los aliados coyunturales, PP y Ciudadanos.

Una confirmación inesperada de la debilidad de la alianza sobre todo por parte de C's, que a lo visto firmó el pacto tapándose la nariz y con el único objeto de escenificar un intento de desbloqueo pero sobre todo una equidistancia entre los dos grandes partidos, populares y socialistas, a los que Rivera no ha escatimado vapuleo en ese debate del viernes tarde.

AUN MAS reveladora fue la réplica a Rivera del portavoz popular, Rafael Hernando, ese diputado cunero por Almería (él es de Guadalajara), que tuvo que indemnizar con 20.000 euros a UPyD por calumniarle acusando de financiación ilegal, y de lenguaje desbocado -ahí queda ese reciente "no me provoquen, no me provoquen"-, una señoría que niega el cambio climático en un verano en el que Extremadura se ha quedado en stand by permanente en alerta amarilla o naranja por el calor.

La respuesta agresiva de Hernando a Rivera subrayó la endeblez del pacto de 150 puntos -un acuerdo de tal enjundia se retrata ya con eso- y voló todos los puentes si es que alguna vez han existido en este caso ya que en la primera sesión de investidura, el martes, ya varios diputados de C's habían tirado por los suelos, también con sorpresa general, la intervención del mismo Rajoy.

Si en aquel intento primaveral de Pedro Sánchez con Rivera sí parecía haber un cierto contenido de regeneración que podría llegar a ilusionar, este segundo acuerdo a dos bandas ha sido un bluf total, con pilares blandos que han caído antes incluso de la visita facultativa para conceder la cédula de habitabilidad.

Terceras elecciones. ¿Quién las quiere? Todos se acusan, todos lo niegan. Lo mejor es recurrir al procedimiento habitual de a quién le interesa. Y en principio por la dinámica electoral, tanto a PSOE, como a Podemos, y también a Ciudadanos, la repetición de convocatoria en junio no les fue bien, todo lo contrario al Partido Popular. Por tanto el único que las podría querer sería el monolítico -a ver quién es el guapo que se mueve- partido de Mariano Rajoy.

Y si además de eso ponemos a los españoles contra el malo de la película, Pedro Sánchez, mejor. El cambalache Rajoy-Ana Pastor para llevar una tercera convocatoria electoral al 25 de diciembre, perdonen pero no puedo calificarlo de menos de canallada política, que retrata a quienes la perpetran, y les descalifica para la democracia.

Razón suficiente para el 'no' al político gallego, y más ancho todavía debe haber salido Sánchez del hemiciclo al enterarse de que mientras tanto el Gobierno nombraba para ejecutivo del Banco Mundial al ex ministro Soria.

DICE muy poco del PP, pero hay pocas cosas que en los últimos años hayan entrado en el haber -una que les concedo es que un pensionista que cobre 1.900 euros pague por las medicinas-, pero, ay, ¿y qué nos dice del Banco Mundial este nombramiento? ¿Es eso un banco o, como el FMI, una cueva cálida donde caben todos los Rato y Sorias que España les manda para evitar posiblemente que tiren de la manta? ¿Se puede confiar en un banco así como instrumento de Naciones Unidas en pro del bien global?

Tras la segunda investidura fallida hay un paréntesis ante los ensayos demoscópicos que son las elecciones vascas y gallegas, pero muy probablemente no se resuelva la pregunta maestra: ¿Y ahora qué?

El PP no se va a mover un milímetro de la raya trazada, lo ha demostrado con el nombramiento de Soria, Rajoy es candidato inamovible y además, qué caray, les va estupendamente. Siguen manejando a su antojo los medios públicos de comunicación, que son de todos, y la mejor parte de los privados, con lo que la opinión pública está bien controlada.

Para Pedro Sánchez, una vez vengado y aplicada la decisión del comité federal del PSOE en el 'no' a Rajoy, se abren tres caminos. O persistir e ir a terceras elecciones, con la batalla intermedia de intentar evitarlas el 25 de diciembre; intentar una aventura incierta, esa "alternativa" difusa y amorfa, amenazadora como un agujero negro, o permitir un Gobierno quizá con fecha de caducidad de Rajoy.

TERCERAS elecciones no parecen aconsejables para un PSOE al que sigue lastrando una imagen pública de crisis de liderazgo que alguna vez habrán de resolver entre Sánchez y Susana Díaz; ensayar una alternativa mezclando agua y aceite, Podemos y C's, es algo ya extemporáneo, que pudo y debió haberse producido en primavera pero el 'no' de Pablo Iglesias lo impidió -precisamente por eso, y haber empezado a pagar la factura, el profesor madrileño parece el más interesado-, y al final queda el permitir de alguna manera un mandato incierto de Rajoy.

Dicen, con razón, que la política es el arte de optar entre inconvenientes. Lo que de verdad interesa al PSOE es liquidar esta situación, resolver en un Congreso lo que de verdad haya en esa crisis de liderazgo con dos cabezas, aclarar ideas, unirse, y ponerse a hacer buena oposición cuanto antes, para poder truncar, con la colaboración de las urnas, la deriva suicida del país y reeditar un pacto amplio verdaderamente regenerador, reformador, que afronte de una vez cuestiones como la catalana, y devuelva a España la esperanza y una cierta libertad.

Mientras tanto Extremadura va a sufrir la prórroga de unos Presupuestos estatales crueles con la Comunidad, pero claro, si Rajoy se atreve a impulsar a Soria, cómo se va a asustar con una región de tan escaso peso, y que además le vota.