Era sin duda la temporada del torero cacereño Emilio de Justo. Cerró 2019 como uno de los diestros con más predicamento, por encima de algunas grandes figuras. Su habilidad para adaptarse a distintas ganaderías le ha convertido en uno de los espadas más completos, por eso el inicio del año se le presentaba a pedir de boca, con contratos para las plazas de Olivenza, Valencia, Castellón, Sevilla y dos o tres tardes en Madrid... Pocos toreros como él iban a estar presente en todas las primeras grandes ferias.

Y eso solo para empezar, porque la temporada estaba arrancando. Un lujo de calendario que el covid se ha llevado por delante. Ahora no queda en pie una sola fecha segura, solo incógnitas.

Emilio es un ejemplo de la incertidumbre que viven los toreros, aunque en su caso mantiene la calma que le dan los tentaderos en el campo. «El parón me cogió justamente dos días después de torear en Olivenza, el 8 de marzo. Fue una mañana muy especial, una corrida mano a mano con Ginés Marín, en la que encontré las buenas sensaciones que había tenido durante toda la temporada pasada. La verdad es que empecé con fuerzas en febrero en Ecuador, me estaba encontrando en un gran momento para iniciar una temporada decisiva, crucial, que me permitiera dar el salto y ponerme en el sitio donde siempre he querido estar. Desgraciadamente todo se ha interrumpido», lamenta De Justo.

Y es que después de Olivenza se preparaba para torear en la Feria de Fallas de Valencia y luego en una colección de grandes plazas... hasta que la planificación se desmoronó. «Era un año muy importante, de mucha categoría y responsabilidad, pero bueno, hay que mentalizarse, esperar y tener paciencia...», afirma este joven que tomó la alternativa en 2008 en el coso cacereño, de la mano de Cayetano Rivera y Talavante.

El futuro próximo es un galimatías. «Todas las preguntas que nos hagamos no tienen respuesta, hay que esperar a ver las condiciones que se establecen para los festejos taurinos y cuándo podrán volver», reflexiona el torero. «Es cierto que algunos empresarios están trabajando para tratar de salvar el final de temporada, los meses de agosto, septiembre y octubre, pero lógicamente no va a ser fácil porque venimos de una situación muy dura en todos los aspectos, económicamente el país también se ha resentido y no sabemos qué reestructuraciones se harán para abrir las plazas y en qué condiciones serán viables», plantea.

Mientras tanto, los toreros no pueden parar ni perder su puesta a punto. «Estoy todos tentando a diario en distintas ganaderías. Los toreros somos muy aficionados a nuestra profesión y esto nos llena, nos hace realmente felices, ahora mismo tentar en el campo nos permite esa ilusión por crecer cada día y nos mantiene en forma para estar al nivel en el que debemos y queremos estar cuando empiece la temporada», revela.