Después de un Sábado Santo amargo por la lluvia que impidió procesionar a la Virgen del Buen Fin y Nazaret de la cofradía de las Batallas, los cacereños disfrutaron ayer con El Encuentro, como se conoce al momento en el que las dos tallas de la cofradía de la Soledad, el Cristo Resucitado y la Virgen de la Alegría, coinciden en la plaza Mayor tras completar cada una un recorrido diferente al salir de la ermita de la Soledad.

Ambos pasos, tallas de 1930 elaboradas en el Taller Hijos de José Rius, partieron puntuales de la ermita --a las 12.00 horas salía el Cristo y la Virgen lo hacía apenas diez minutos después--, mientras cientos de personas aguardaban para ver recorrer parte de la ciudad monumental a las últimas dos tallas de la Semana Santa cacereña. La Virgen de la Alegría desfiló por la calle Hornos, Gallegos, San Juan y Gran Vía, mientras que el Cristo Resucitado enfiló Santa Clara, Puerta de Mérida, los adarves y el Arco de la Estrella antes de reunirse con la Virgen en una plaza Mayor abarrotada.

Cargada tanto por hombres como por mujeres, la Virgen de la Alegría bajó la cuesta de Gran Vía esperando el momento para ver a su hijo Jesús. Cientos de cacereños y turistas, algunos que lo veían por primera vez, no pudieron evitar su sorpresa, fijando su mirada en el cielo cuando se produjo la suelta de globos blancos que iban escondidos debajo de los pasos.

Además, como novedad, la hermandad llevó a cabo este año un Vía Lucis con el Cristo Resucitado, desde su salida de la ermita hasta el Arco de la Estrella. "Es algo que llevábamos tiempo meditando y, si sale bien, lo volveremos a poner en práctica el año que viene", apuntó ayer el mayordomo de la cofradía, Miguel Angel García Moreno, antes de que tocaran las 12.00 horas desde la campana del templo.

Tras El Encuentro, que se produjo sobre las 13.15 horas, las dos imágenes completaron el resto del recorrido juntas, pasando por la calle Pintores, San Juan, Sergio Sánchez, Pizarro y, finalmente, la ermita de la Soledad, donde se recogieron para permanecer resguardadas hasta el año que viene. No sin antes volver a protagonizar otro pequeño encuentro que demoró su entrada en la ermita hasta las 14.30 horas.

La música, las clásicas marchas de esta semana de Pasión, fueron interpretadas por la Agrupación Musical Nuestra Señora de la Misericordia y la Banda Municipal de Música, ambas de la capital cacereña, que acompañaron a las dos imágenes junto con alrededor de 150 cofrades, entre los 80 hermanos de carga y los nazarenos, que iban vestidos con una túnica blanca decorada con ribetes amarillos y colocada debajo de un fajín blanco adornado también con ribetes en color amarillo.

Después de nueve días de procesiones, la Semana Santa llegó a su fin ayer. La Pasión cacereña es la que saca a la calle los pasos más antiguos del país, con una veintena de imágenes del siglo XVII o incluso anteriores, repartidas en 16 cofradías que han hecho posible la salida de 22 procesiones este año. Los más desgraciados, los cofrades y devotos de la hermandad de las Batallas, que tendrán que esperar otro año para desfilar por la ciudad monumental, si bien todos y cada uno de los hermanos de las 16 cofradías esperarán con las mismas ansias a que transcurran otros doce meses para pregonar otra vez su devoción en la Semana Santa cacereña del 2017, una fiesta declarada de Interés Turístico Internacional.