Los hospitales están colapsados y se están dando muchos casos de cólera. Hay temor a que la enfermedad se convierta en epidemia y se active la alerta de emergencia sanitaria. El ciclón Idai sentenció a la población. El hambre acecha porque el lodo ha arrasado los campos de cultivo cuando apenas quedaba un mes para recoger el cereal. Desde el avión las viviendas parecen casas de cartón. No tienen tejado. Los árboles están destrozados, las antenas por los suelos... Quienes viven en zonas rurales y quienes han perdido sus viviendas han tenido que ser realojados en los colegios, pero no porque las aulas estén cubiertas -también se han quedado sin techo- sino porque los patios son muy amplios y allí las distintas organizaciones han podido montar su operativo de ayuda y asistencia. «Hay cúmulo de agua, de residuos, de letrinas... un caldo de cultivo perfecto para que se extienda el cólera». Lo cuenta Teresa Moll, una extremeña voluntaria de Cruz Roja de 36 años que acaba de llegar a Beira, la ciudad de Mozambique donde el ciclón tocó tierra hace tres semanas. Hubo vientos de hasta 170 kilómetros por hora. Ya se han contabilizado más de 700 muertos.

Ella es enfermera de profesión y voluntaria de Cruz Roja desde los 18 años (empezó en la asamblea local de Villanueva de la Serena, su localidad de procedencia); y no dudó en poner rumbo a Mozambique para ser parte de la misión humanitaria. Hace apenas una semana que se ha incorporado como delegada de salud de la Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna.

Puntos de rehidratación

«Yo me encargo de formar equipos que van a preparar puestos de rehidratación oral (se utiliza para compensar las pérdidas de agua y sales cuando hay vómitos o diarrea). Lo que hacemos es montar puntos donde pueden acudir las personas de la comunidad cuando tienen posibles síntomas de cólera». «Mi función concreta -continua Moll- es instruir a 300 voluntarios de la Cruz Roja mozambicana para que se distribuyan en grupos de seis». En los hospitales ya no hay espacio ni personal para atender a más pacientes.

A los 500.000 habitantes de Beira se añade la población llegada desde la zonas rurales que se han quedado sin nada. «Apenas hay infraestructuras y entienden que aquí van a encontrar alguna ayuda, de manera que la situación está aún más desbordada».

El Gobierno de Mozambique ya ha empezado la campaña de vacunación contra el cólera, que va a llegar más de 900.000 personas. «Pero ya hay más de mil afectados y varios fallecidos, todos los intentos están puestos en que no se convierta en epidemia, porque entonces entraríamos en otro nivel de emergencia», insiste esta enfermera.

Para Teresa Moll esta es su tercera misión internacional. Y así lo explica: «Tengo formación y experiencia para este tipo de situaciones, de manera que siento que debo poner en práctica lo que sé. No puedo decir que no en el momento que me llaman si mi trabajo me lo permite».

La punta del iceberg

La primera vez se marchó a una misión humanitaria su destino fue Nepal, en 2015, con el equipo de respuesta en emergencias de agua y saneamiento masivo; en la segunda ocasión estuvo en Grecia, entre 2016 y 2017, en la crisis de los refugiados, también con labores de promoción de higiene y coordinación de salud.

Ahora, viendo la situación que se vive en Mozambique, narra: «Muchas zonas siguen encharcadas todavía, no ha drenado el agua. Es muy grande el volumen de trabajo que hay, y existe mucha necesidad. Estamos en una etapa muy inicial. Hay gente que todavía no ha podido ser rescatada de la zona en la que está, porque es imposible llegar, de momento solo se puede acceder con un helicóptero.

Y advierte: «Pero la información que llega a España, lo que sale en la tele, lo que se ve en los periódicos, es solo la punta del iceberg, no dimensiona realmente lo que está pasando. No se puede concebir, es aún mucho peor».