En su vigésimo cuarta edición, la Fiesta del Jamón de Monesterio volvió a repetir cifras inusitadas, tanto en participación, como en el consumo del producto estrella de nuestras dehesas. La localidad pacense duplicó con creces sus habitantes, el recinto que acoge la fiesta llegó a albergar más de 6.000 personas. Monesterio se convirtió un año más en epicentro del ibérico, un reclamo para visitantes de todo el país, especialmente extremeños y andaluces.

La actividad se inició ayer pasadas las 10.30 horas de la mañana con un grupo de azafatas repartiendo entre quienes ya hacían cola a la entrada del recinto ferial más de un millar de bocadillos de jamón de Monesterio, que la organización entregó junto a material promocional del municipio y sus empresas cárnicas. Una hora después se abrieron al público los estands de degustación de las firmas que colaboran con esta actividad. Cada empresa prepara para este día lo mejor de sus bodegas para hacer frente a la avalancha incesante de público. Y es que en Monesterio, una vez al año, se comió jamón hasta la saciedad. Este es el espíritu de una fiesta única, en la que se consumen alrededor de diez mil kilos de jamón.

Una vez abierto el apetito con el tentempié ofrecido por la organización, el visitante buscó la sombra donde colocar mesas y sillas. Al precio de un euro la mesa y 0,50 euros la silla, en poco más de un par de horas se alquilaron casi 4.000 sillas y 1.300 mesas, que forman parte del espectáculo visual que supone ver completamente abarrotados el parque municipal, el recinto de la piscina y zonas verdes aledañas. Luego llegaron las visitas obligadas a cada estand, en la que esperaban miles de raciones de jamón y lomo ibérico preparadas por una docena de maestros cortadores. Esta fiesta supone el colofón de una amplia programación de promoción de la localidad, que supone a los negocios locales un importante empuje. En Monasterio, ayer el jamón fue el protagonista del desayuno, la merienda y la cena.