Yo era de las que pensaba: ¿Cómo vas a hacer una FP? Después de sacar Bachillerato y la Selectividad, lo mejor era meterte en una carrera. Y ahora me arrepiento muchísimo, si volviera a empezar, elegiría primero el ciclo superior y luego quizá la universidad. Porque la carrera no me aportó profesionalmente lo que yo esperaba. Demasiada teoría. Y en FP haces muchas prácticas y aprendes a desenvolverte en el mundo laboral». Habla Elena Lumbreras, una joven de 28 años de Valdefuentes (Cáceres) que primero estudió Arquitectura Técnica en la Uex y después, como no encontraba trabajo en su área (estuvo dos años en la hostelería), decidió sacarse un grado superior de Formación Profesional -en un centro público- de Eficiencia Energética y Energía Solar Térmica. Logró uno de los mejores expedientes de su promoción. «Ahora tampoco tengo trabajo y estoy preparando oposiciones de subinspectora laboral (con especialización en riesgos laborales), pero aún así, aunque no haya encontrado empleo, creo que la FP te da muchas más opciones».

Su ejemplo es la explicación de porqué el acceso a los estudios superiores ha cambiado sustancialmente en la última década en Extremadura. Mientras la universidad ha perdido alumnos, la formación profesional cada vez gana más adeptos con una filosofía clara: adaptarse a la escasa oferta de empleo que ofrece no solo Extremadura, sino otras regiones.

LAS CIFRAS ACTUALES / Según las cifras que maneja tanto la Consejería de Educación y Empleo de la Junta así como el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, el número de estudiantes en los campus extremeños ha caído un 20% desde 2007/2008. Si en ese momento la cifra era de 22.685 jóvenes, el curso pasado se quedó en 18.189.

Y a la vez, en este mismo periodo, los matriculados en la región en algún grado superior de FP han experimentado el efecto contrario y se han incrementado en torno al 40% (pasando de 4.395 a 7.568 estudiantes).

El número de universitarios sigue siendo más del doble, pero aún así, el cambio de tendencia es muy significativo.

EL ANÁLISIS SOCIAL / Desde el punto de vista social algunos expertos aducen que, teniendo en cuenta la situación del mercado laboral, lo que prima es el concepto de «una fábrica de mano de obra» más allá del significado que tiene acudir a la universidad como un lugar de conocimientos donde madurar.

«Es cierto que creces, que conoces gente, que experimentas... pero por ejemplo, -continua argumentando Lumbreras- en la carrera, éramos más de cien personas en clase; en la FP no llegábamos ni a 20. De manera que los profesores estaban mucho más encima de ti, se preocupaban más. E insisto, tuvimos prácticas. Porque yo terminé la carrera y no pude hacerlas en ninguna empresa porque como no había apenas trabajo, nadie te ofrecía nada».

Aún así tiene claro la importancia de obtener un título universitario: «Obviamente está considerando como de otro nivel», subraya.

LA OPCIÓN PRIVADA / Uno de los datos que más llama la atención en el crecimiento de alumnos que optan por un grado superior de FP es el incremento en los centros privados, que han proliferado en Extremadura en base a esta demanda. El número de alumnos en esta modalidad sigue siendo inferior que en la opción pública. No obstante, la subida predice un aumento fuerte y continuado.

Las cifras reflejan que si la Formación Profesional pública se ha alzado un 40% en la última década (pasando de 4.108 a 6.658 alumnos), la privada se ha elevado un 70% (pasando de 286 estudiantes a 978).

Las estadistídicas dibujan la realidad actual: adaptarse a un mercado de trabajo con pocas opciones, y con mayor dificultad para los jóvenes muy cualificados.