El Consejo de Ministros le ha concedido la Gran Cruz de Isabel la Católica por su labor al mando de la Brigada Plus Ultra II en Irak. Fulgencio Coll asumió el mando de la agrupación española en calidad de jefe la Brigada Extremadura XI, con sede en Bótoa, Badajoz --la única del Ejército que ha participado en dos misiones internacionales a la vez: Kosovo e Irak--. A su vuelta, cuenta a EL PERIODICO su visión de la misión, en la primera entrevista que concede tras el retorno a su puesto.

El general Coll explica la labor de mediación de las fuerzas españolas, los momentos más difíciles, como la muerte del comandante Gonzalo Pérez, los atentados y los ataques del 4 de abril. Y también su satisfacción ante la respuesta de los soldados españoles.

-- Desde aquí, ¿cómo ve la situación iraquí y cómo afecta al repliegue, que entre personas y material forman una columna de 4 kilómetros?

-- La situación en Irak no ha mejorado como consecuencia de los ataques a la coalición. Hay un momento en que el área chiíta, que es importante, pasa de ser una zona relativamente estable a ser conflictiva; la zona kurda seguirá estable y Bagdad con problemas; la situación ha empeorado.

Las condiciones para el repliegue creo que han mejorado por las medidas de seguridad, sin obviar que es una operación delicada que hay que hacer bien, y la van a hacer porque son magníficos profesionales. Se llevará en riguroso secreto, y hay procedimientos para facilitarla. Hay peligro hasta 100 kilómetros al sur. Mi experiencia es que tuvimos operaciones sin gran riesgo; espero que tampoco la tengan ahora.

-- Parece que las tropas españolas realizaron un intenso trabajo de estabilización y mediación con la población local. ¿Cómo juzga ese papel?

-- Desde que llegamos hicimos hincapié en que no éramos fuerza de ocupación, en que íbamos para dar seguridad, estabilidad y participar en la reconstrucción, y sos reconocían rasgos culturales más próximos a ellos y una mayor capacidad de negociación. Al tiempo que apoyamos al gobierno, se desarrollaron muchos programas de sanidad, educación, justicia e infraestructuras, que permitían ver que estábamos allí para la reconstrucción. Todo fue bien hasta que el líder religioso Al Sader declaró las hostilidades, y eso dificultó el seguir en esa línea.

Además, en los momentos críticos de Najaf, no cesaban de decirme los contactos que teníamos, que la población quería mucho a los españoles. Me lo decían el jefe de la policía y líderes moderados; sentían enormemente lo que había ocurrido con los españoles, entendiendo por tales también a los compañeros de Honduras, Nicaragua, El Salvador y República Dominicana.

-- ¿Cómo vivió los atentados en Diwaniya y los ataques, al final, en Najaf? ¿Estaban preparados y equipados para esas situaciones? Aún así, respondieron de forma proporcionada. Los heridos han dicho que no hubo más daños por su preparación. ¿Realmente es así?

-- Lo viví con preocupación. Las noticias eran de un ataque muy organizado y con mucha gente, como luego se demostró. La respuesta, dentro de que fue un ataque por sorpresa, fue excelente a pesar de las bajas. En cuanto a nuestra fuerza, una de las mayores satisfacciones ha sido ver el comportamiento de las mujeres y los hombres de la brigada; se mentalizaron y se entregaron a un trabajo sin descanso durante cuatro meses y medio. Su entrega ha sido admirable. Y lo que me ha parecido extraordinario es que en momentos verdaderamente difíciles, han sido valientes, inteligentes, serenos, lo que uno espera cuando hay buen nivel. Han sabido responder en lo estrictamente necesario, en todo momento con valor y decisión.

-- Si realmente no les informaron de la detención del segundo de Al Sader en su zona, ¿no es falta de coordinación, e incluso de lealtad?

-- No tuvimos el menor conocimiento. Puede tener explicación: por seguridad. Pero a nadie le gusta que ocurra algo en tu territorio sin saberlo. Lo vi más como falta de coordinación. Luego el general Sánchez me dijo que avisó por vía del mando. La realidad es que no la recibí, ni el representante de la CPA en Najaf. Nos cogió por sorpresa a los dos.

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