El prestigioso ganadero de toros de lidia Victorino Martín Andrés, propietario del hierro del mismo nombre, se encuentra muy grave tras haber sufrido ayer un accidente cerebrovascular en su finca de Extremadura, según informó su entorno en un comunicado.

Al cierre de esta edición, el veterano criador, de 88 años, se encontraba «estable y en observación» en su propia finca. No obstante, fuentes próximas a la familia mostraron a Efe su pesimismo por el posible desenlace de su estado de salud.

Victorino Martín Andrés es uno de los ganaderos más importantes de la cabaña brava española, creador de un prototipo de toro que él mismo soñó cuando empezó su andadura hace ya 50 años, con un encaste propio y que se ha convertido en «santo y seña» de los aficionados más exigentes. Natural de Galapagar (Madrid), Victorino Martín tiene una fuerte vinculación con Extremadura, pues sus astados se crían en la finca Monteviejo de Moraleja.

El municipio cacereño le nombró hijo adoptivo en abril de 2015 en señal de reconocimiento a su labor como embajador de la localidad durante su dilatada y exitosa trayectoria. Martín tuvo entonces palabras de agradecimiento por el reconocimiento que le brindaban el consistorio moralejano y los vecinos de la localidad y recordó la dureza de sus inicios, en los que optó por asentar su hierro en Extremadura. Actualmente, su hijo Victorino Martín García, veterinario de profesión, es el encargado de dirigir la ganadería de la A coronada, controlando además sus otros dos hierros creados recientemente: Monteviejo y Ganadería de Urcola.

La última aparición pública de Victorino Martín Andrés fue hace escasas dos semanas para recibir de manos de su majestad el Rey Felipe el Premio Nacional de Tauromaquia de 2016, galardón que recogió en la Catedral de Toledo. El jurado valoró la «excepcional temporada» que la ganadería desarrolló en el 2016, consiguiendo tres indultos en las plazas de toros de Sevilla, Calasparra e Illescas. En la entrega del premio se puso también de manifiesto «la incomparable trayectoria» de la misma, «cuyo nombre ha quedado asociado a valores como la emoción, la bravura o la protección del valiosísimo patrimonio ecológico que encierra la Tauromaquia».